viernes, 17 de octubre de 2008

Atrapando libélulas

Nuestra situación en Pradera de Ganso había sido algo comprometida desde el principio, antes de los ataques británicos no teníamos suficiente tren logístico como para soportar a las tropas de la guarnición, que incluso estaban penosamente armadas. Cuando los británicos lanzaron sus ataques aéreos y bombardeos navales la cosa no mejoró demasiado. Pero una semana antes de los desembarcos británicos nos la habíamos ingeniado para hacer un tren logístico más o menos adecuado que permitió mejorar las condiciones de la tropa, sobre todo en lo referente a comida y armamento.

Por nuestro lado, poco pudimos hacer con los aviones que resultaban dañados, aunque algunas reparaciones de campaña pudimos hacer. Para entonces teníamos siete aviones IA-58A “Pucará”, incluyendo refuerzos recientemente llegados. Los nuevos pilotos habían traído una serie de revistas y libros donde figuraban algunos de los helicópteros británicos, este joven oficial insistía en que sería muy fácil “derribar libélulas” con el “Pucará”, algo de lo que estábamos completamente convencidos, pero la expresión fue graciosa: -“Y si son libélulas las huevadas estas no me jodan, como el Lama!” - dijo señalando los aparatos en una de las revistas. Para entonces nuestras fuerzas estaban muy motivadas, dos días antes un “Dagger” había derribado un “Sea Harrier” y otro pasó humeando cerca de nuestras posiciones.

Mi primera acción de combate se produjo el 22 de mayo durante unos vuelos de reconocimiento armado, pero no fue hasta el 24 de mayo donde comenzamos a tener una actividad mucho más intensa. Desde el día anterior los ataques aéreos habían logrado encajar serios daños a las fuerzas navales británicas y la cabeza de playa estaba recibiendo ataques bien planificados desde que se comenzó a emplear a los aviones de reconocimiento fotográfico.

Ese mismo día se nos ordenó realizar un reconocimiento apenas las luces lo permitiesen con el fin de descubrir posibles movimientos enemigos que amenazaran Darwin. Despegamos ya con las primeras luces artillados con cinco coheteras y combustible completo, lo que nos daría una soberbia autonomía de misión. Realizaríamos un vuelo hacia Casa Quemada, sobrevolando luego las márgenes de la laguna Quemada, la zona del arroyo Camilla, para luego dirigirnos hacia los Montes Sussex y el Monte Alberdi.

La misión original, en sí, no iba a durar más que un cuarto de hora, pero quedaríamos a la espera de que se nos notificara algún blanco de oportunidad. Este apareció ya entrada la mañana, cuando nosotros realizábamos un reconocimiento sobre el monte Alberdi. Apenas llegamos a la zona divisamos dos estelas de misiles dirigiéndose hacia nosotros, ambos rompimos al mismo tiempo, yo primero piqué al rasante y después hice un giro hacia la posición de lanzamiento, la ubiqué mentalmente y luego preparé una segunda pasada donde realicé el lanzamiento de mis cohetes de las barquillas centrales, poco después seguiría mi compañero que batió la misma posición.

La segunda corrida de tiro hube de suspenderla por problemas con las barquillas subalares, por lo que decidimos solicitar apoyo para que la posición fuese controlada y atacada por otra pareja de “Pucará” que acababa de despegar. Aterrizamos y reportamos nuestra acción, por lo que otra pareja partió luego siguiendo nuestro mismo itinerario. Estos tuvieron un mal día, pues uno de ellos fue derribado por un “Sea Harrier”, mientras que el otro a duras penas pudo escapar del acoso y dirigirse directamente hacia Puerto Argentino.

El día 25 de mayo habíamos previsto acciones más osadas, sabíamos que los cazas ahora estaban disputando el cielo con los ingleses, por lo que habría una mayor distracción. Se nos ordenó realizar un ataque contra posiciones inglesas cercanas a los montes Sussex, las cuales habían sido descubiertas en uno de los vuelos de reconocimiento durante la tarde anterior. Se trataba de posiciones fijas, por lo que serían fácilmente identificables, desafortunadamente no contaríamos con las imágenes para poder planificar mejor la acción.

Despegamos armados con bombas en los soportes subalares y los tres lanzacohetes en el soporte central. Inicialmente serían dos aviones, seguidos poco después por dos más. Las imágenes mostraban posiciones de ametralladoras y lo que parecía ser una zona logística, aunque ya sabíamos que los británicos habían desplegado misiles antiaéreos en los montes, por lo que planificamos la acción para aparecer desde la zona menos esperada, cubriéndonos con los cerros hasta el momento de lanzar el ataque en contrapendiente.

Si bien hubo un retraso con la segunda sección, nosotros continuamos con la misión. El techo de nubes estaba bajo, por lo cual decidí atacar con los cohetes inicialmente. Llegamos a nuestro punto de inicio y de inmediato superamos las elevaciones, dirigiéndonos hacia el blanco, el cual me quedó un poco a la izquierda de donde había previsto, sin embargo el fuego ligero enemigo me guío hacia ellos. Ordené a mi compañero que atacara detrás de mí, de inmediato disparé los cohetes sobre la posición enemiga, estos fueron impactando hasta concentrarse en el blanco, que se cubrió de humo, tierra y fragmentos. Apenas superé la nube trepé hasta alcanzar la altura suficiente para buscar la cobertura del cerro, por mientras mi punto, que venía más alto y casi perpendicular al blanco, arrojó sus bombas que sembraron de cráter el terreno de la pendiente montañosa, aunque su avión recibió cientos de impactos y debió abortar la misión. Yo decidí realizar un lanzamiento parabólico de mis bombas sin exponerme al fuego antiaéreo, pues la segunda sección se encontraba bajo ataque de los misiles antiaéreos enemigos.

Tan pronto lancé las bombas pude observar un helicóptero sobrevolando el estrecho cuando se alejaba de los buques con rumbo a la playa. Decidí arriesgarme y comencé a acercarme, pude ver que era una “libélula”, ¡como había dicho Luisito! Se trataba de un “Gazelle” y estaba artillado, era idéntico a los derribados por los hombres de Esteban cuando se replegaban de San Carlos el 21 de mayo. 

Cuando lo tuve al alcance de mis cañones comencé a disparar, pero quedé corto y yo venía demasiado rápido, por lo que de inmediato comencé a bajar la velocidad, pero ya lo había superado y el inglés me había visto. Realicé un giro cerrado hacia la izquierda al mismo momento que el “Gazelle” lo hacía hacia la derecha, no podía creer mi mala suerte. 

El helicóptero maniobraba muy bien y en ángulos de 90º, logrando romper cada uno de mis ataques. Sin embargo decidí trepar y lanzarme en suave picado sobre él desde unos 1.000 pies y directamente desde atrás, si giraba aún podría maniobrar para seguirle, y eso sucedió. El inglés me vio llegar y no solo rompió mi ataque, sino que también se elevó un poco sobre el agua, es entonces cuando, recuperándome del giro posterior al picado, quedo justo a sus cinco en punto a unos 100 metros, con el helicóptero llenando mi visor de tiro. No dudé y descargué todo mi arsenal sobre él, varios proyectiles de 20 mm lo impactaron, a juzgar por el fuego que se apoderó de él antes de que estallara y sus restos cayeran a las aguas del estrecho. Gritaba como loco: ¡Un gringo menos! ¡Tiré una libélula Luisito! Gritaba entre insultos y festejos, los  pilotos de la otra sección vitoreaban al haber visto los restos llameantes del helicóptero caer al mar. 

El 26 de mayo sabíamos que las fuerzas británicas estaban tratando de orquestar un ataque contra Darwin y Pradera de Ganso, luego supimos que nuestros ataques habían retrasado la acción dos días como mínimo. Luego de haber lanzado algunas misiones de reconocimiento armado y ataque contra algunas posiciones específicas, el 27 de mayo despegamos en otra sección para realizar un reconocimiento armado sobre Casa Quemada y Camilla, sabiendo que por allí encontraríamos a las fuerzas enemigas.

Íbamos armados con cinco coheteras cada uno y constituíamos la sección “Mosquito”, Luisito era mi numeral y apenas subimos a los aviones el gritó: - “Hoy vamos a tirar un par de libélulas, capitán”. Realizamos el reconocimiento sobre la zona y efectivamente pudimos corroborar la presencia de fuerzas inglesas en la zona. Nos lanzamos al ataque y concentré el fuego de las coheteras centrales sobre unas posiciones que estaban junto a la laguna Quemada, mientras que mi compañero hacía lo propio. Cuando lancé mi segunda corrida de tiro, ordené a mi numeral que atacara y que retornábamos a Pradera de Ganso para rearmar, ya que combustible había suficiente.

Luego de recuperarnos del ataque pudimos observar estelas de condensación encima de nosotros primero pensé que eran misiles, pero la radio explotaba ya que los cazas ingleses estaban combatiendo con los nuestros. Más tranquilo comenzamos a retornar cuando se nos notifica de la presencia de helicópteros en las cercanías de los montes Sussex.

Con el armamento fijo nos dirigimos a la zona y pudimos observar una formación de tres “Wessex” HU.5 volando en rasante y rumbo a los buques. “¡Ahí están tus libélulas pibe!”, le grité, mientras nos aproximábamos bien pegados al terreno y desde atrás. Yo centré a uno y comencé a dispararle, pero fallé, por lo que continúe aproximándome, reduciendo la velocidad lo suficiente como para quedar estable y a unos 50 metros abrí fuego con todo el arsenal de abordo. Pude observar como los proyectiles daban desde abajo en la cola y el piso del aparato que comenzaba a echar humo, para después quedar envuelto en una bola de fuego.

Aceleré y trepé por encima de ambos aparatos cuando Luisito comenzó a gritar “¡Le di!, ¡le dí al mierda ese! ¡Se cae lleno de fuego! ¡Cayó el pirata!"

Después del ataque el otro helicóptero inglés solo atinó a moverse en zigzag y tratar de romper nuestro acoso, sin embargo luego lo vimos aterrizar y me encargué de centrar todas las municiones que me quedaban en él, poco después siguió mi numeral que terminó la faena. Posteriormente las acciones fueron más estrechas y nos concentramos en el apoyo cercano contra las tropas inglesas que atacaban Darwin. Fue el 28 de mayo que resulté derribado por un misil “Stinger” y hecho prisionero.

Cuando la guerra concluyó, la unidad había derribado un total de siete helicópteros británicos, de ellos dos y medio me correspondían, el medio restante lo compartía con Luisito, que a su vez sumaba otra victoria.

martes, 14 de octubre de 2008

La primera victoria

Había pasado ya una semana desde aquel 1 de mayo en el que perdimos a Ardiles combatiendo contra los “Sea Harrier” británicos y el infructuoso encuentro de la sección “Fortín”. Sin embargo esto había calado hondo, varios oficiales comenzaron a investigar lo sucedido, incluyendo la pérdida de los dos Mirage IIIEA en aquella jornada.

Analizamos la situación y supusimos que uno de los puntos más críticos eran los misiles “Sidewinder”, sabíamos que eran muy superiores a los nuestros. Sin embargo el encargado israelí de poner en servicio el segundo lote de cazas “Dagger”, Shlomo Erez, nos dijo que el principal problema serían nuestras tácticas.

Hicimos una reunión con todos los oficiales y algunos pilotos en Tandil, junto con Erez y algunos pilotos de Mirage IIIEA. Discutimos sobre nuestras tácticas y armamento, realizamos un par de ejercicios y allí comenzaron a saltar nuestros errores. Shlomo y dos instructores hicieron de “agresores” contra Mirage IIIEA y “Dagger”, e incluso una sección de “Sabre” y otra de “Pucará” hizo lo mismo.

Para el 8 de mayo comenzamos un intenso curso para mejorar nuestras tácticas, Erez supervisó nuestras actividades, muchas veces volando con nosotros en los biplazas de forma de supervisar en vuelo nuestras acciones y hacer un repaso en tierra. El día 14 de mayo éramos nueve pilotos de “Dagger” u seis de Mirage IIIEA los que concluimos el “curso” y de inmediato nos despacharon hacia el Sur a bordo de un Fokker F-28. Una cosa que a todos nos llamó la atención fue el hecho de que Shlomo Erez siempre hizo hincapié en el uso de los cañones como arma principal en el combate cerrado, luego entendimos que eso nos convirtió en pilotos más agresivos.

El 16 de mayo, el I Escuadrón Aeromóvil “Avutardas Salvajes” fue directamente asignado a misiones de superioridad aérea, junto con los Mirage IIIEA del Grupo 8 de Defensa Aérea. Planificamos la primera operación sobre Malvinas y salimos dos escuadrillas, una de “Dagger” y otra de Mirage IIIEA, éstos a gran altura y nosotros a media altura, siempre por encima de la altura donde los ingleses tenían una ventaja con sus aviones.

Llegamos y el CIC Malvinas nos guió hacia una patrulla de “Sea Harrier” que merodeaba en las cercanías de Pradera de Ganso, pero cuando arribamos estos se estaban retirando. Patrullamos unos minutos más y luego regresamos al continente con gusto a poco. Durante la tarde se hizo una segunda misión, esta vez combinamos tres secciones de los dos Escuadrones Aeromóviles dotados de “Dagger”, con seis aeronaves.

Esta vez tuvimos más suerte y nos topamos con dos PAC británicas. En la planificación habíamos previsto que una sección haría de señuelo y las otras dos atacarían. El plan funcionó, los “Sea Harrier” se lanzaron al ataque y al mismo tiempo nosotros llegamos cerrando el cielo, en el combate que se libró a continuación perdimos un avión, aunque los británicos se retiraron cuando los ataques a gran velocidad de nuestros aviones y el disparo de nuestros misiles terminó por intimidarlos, sabiendo que estaban en desventaja. Con poco combustible, retornamos al continente, algo desmoralizados por haber perdido un avión en combate, cuyo piloto se eyectó, fue rescatado y se reincorporaría el 23 de mayo.

Siempre discutimos la situación después de una misión, pero esta vez fue más apasionada, estábamos determinados a derribar aviones británicos y eso no iba a cambiar. Mejoramos nuestras técnicas y documentamos la experiencia de cada uno.

El día 17 de mayo fue el turno de los Mirage IIIEA, cuatro aviones, que se cruzaron con los “Sea Harrier” sin mayores resultados. A la tarde nuevamente actuamos nosotros, pero luego de un breve combate sin resultados debimos replegarnos. El 18 realizamos patrullas en secciones de dos y cuatro aeronaves sin mayores resultados, al igual que la mañana del 19 de mayo, sin embargo durante la tarde previmos una acción combinada con dos Mirage IIIEA, la sección “Lanza” y cuatro “Dagger”, la sección “Facón”.

Si bien despegamos todos siguiendo un itinerario para reunirnos sobre las islas, los Mirage llegaron un poco antes y eso resultó ser extremadamente positivo, aunque lamentablemente uno de los “Dagger” comenzó a tener problemas y debió retornar. Los Mirage y Sea Harrier trabaron combate dos o tres minutos antes de nuestra llegada y todos estaban tan ocupados que si los CIC británicos le informaron de nuestra llegada, eso no se notó.

Cuando aparecimos, los Mirage solicitaron que le cubriéramos la retirada, algo que ya estaba en marcha. Uno de los pilotos ingleses estaba tratando de adquirir a “Facón 3” cuando fue atacado por “Facón 2” utilizando misiles, el inadecuado “Shafrir 2” erró el blanco y el segundo intento también fue infructuoso, permitiendo al piloto inglés derribar a “Facón 3” utilizando un “Sidewinder”.

Para entonces yo me encontraba siguiendo al otro “Sea Harrier” que ahora trepaba tratando de seguir a “Facón 2”. Disparé un misil pero falló en su adquisición, por lo que traté de acercarme aún más, iba muy rápido y prácticamente en picada hacia él desde sus siete en punto. La situación era de lo más extraña, con un “Sea Harrier” siendo seguido por un “Dagger”, que a su vez tenía otro “Sea Harrier” tratando de derribarle y yo detrás de este.

Después de la guerra nos enteramos que ambos pilotos pensaron que se trataba de sólo dos aviones con los que combatían una vez que los Mirage IIIEA se retiraron. Esto nos había puesto en ventaja.

Cuando disparé mi segundo misil escuché el grito “le dí! Le dí! Se tiene que caer”, y pude observar como las trazadoras se dirigían al primer “Sea Harrier” impactando en el ala y el fueselaje, “Facón 2” había logrado un ataque exitoso, aunque el británico rompió el ataque maniobrando como sólo los  “Harrier” saben hacerlo. La alegría no duró mucho, mi misil falló y el británico logró ponerse en posición de disparo contra “Facón 2”, pudiendo derribarle utilizando sus cañones de 30 mm. Pude observar la eyección del que había sido mi numeral, y me dirigí directo contra el inglés.

El CIC Malvinas ahora me indicaba que estaba en desventaja y debía retirarme del ataque, sin embargo ya casi lo tenía. En mi primer intento, el británico se “paró en el aire” prácticamente y tuve que bajar la velocidad, abrir aerofrenos y esquivarle. El avión enemigo rompió hacia su derecha entonces y quedé largo. Maldecía mi mala suerte, pues ahora debería volver a maniobrar sobre él.

El duelo se prolongó un minuto más, sabía que no debía darle distancia para que disparar su misil, más aún sabiendo que eran muy efectivos. Logré un nuevo ataque cruzando perpendicular y disparando los cañones, no logré nada, sin embargo pude observar que picaba, con lo cual querría llevarme hacia una altura que le era más propicia.

El CIC me informaba que el otro avión había abandonado el combate y pronto el otro comenzó a retirarse, yo iba con el combustible justo casi, pero hice un último intento. Desde gran altura comencé a picar y cuando lo tuve en el visor de tiro disparé dos ráfagas, ambas fallaron, pero la tercera la disparé prácticamente estabilizado y con el “Sea Harrier” en el centro del visor. Varios proyectiles dieron en su ala derecha, la cuarta ráfaga impactó en el fuselaje, estaba gritando como loco y volví a disparar otra ráfaga más y esta fue letal, pedazos del avión comenzaron a desprenderse y al cabo de unos segundos el piloto se eyecto.

- “Lo tiré, lo tiré, se eyectó!!! Vamos mierda… lo tiré!!!! Tiré al hijo de puta!!!! Y se va en paracaídas!!!!” - Gritaba como loco cuando el CIC Malvinas me preguntó por el combustible, al escuchar mis gritos se interrumpió y solicitó confirmación. Me pidió dos o tres veces confirmación del derribo, nadie podía creerlo, y yo tampoco. Logré calmarme, bajé la velocidad, comencé a trepar y temblaba como una hoja, caí en la cuenta que aún faltaba como una hora para tocar suelo firme. Revisé mi combustible, estaba justo al borde y de hecho no sabía si regresaría, así que continué volando a gran altura hasta el continente.

Al aterrizar todo era alegría, mis dos compañeros derribados se habían eyectado y desde Darwin habían confirmado el derribo del “Sea Harrier” e incluso habían capturado a su piloto y tenían alguno de los restos de la aeronave. Fue el primero de varios derribos de la Fuerza Aérea, que si bien no lograron cambiar el curso de la guerra, permitieron limpiar nuestro honor y elevar nuestra moral. 

lunes, 6 de octubre de 2008

Un golpe de efecto

Las acciones aéreas del conflicto, hasta este momento, habían sido de lo más limitadas para nosotros, puesto a que estábamos capacitados solo para misiones de ataque y hasta entonces el enemigo no se hizo del todo presente como para justificar nuestra intervención. Hasta entonces, nuestra unidad prácticamente no había sufrido bajas graves y nuestra actuación había sido más bien indiferente comparado con la realizada por las unidades de caza que prácticamente se empeñaban diariamente en obtener la superioridad aérea.

Sin embargo, la iniciativa en el aire comenzó a ser entregada al enemigo mediante una cesación de las acciones ofensivas contra sus aviones, lo cual no solo evitó desgastarle, sino que además permitió elevar la moral del enemigo que ahora se estaba aprestando a una operación anfibia de grandes dimensiones y que, para nosotros, pasaba prácticamente inadvertida cuando aún se realizaban gigantescos esfuerzos por saber la posición exacta del enemigo. Las tropas en tierra se veían, entonces, limitadas en la recepción de suministros por vía aérea, lo cual afectaba negativamente su moral y condiciones combativas, había que hacer algo y poco a poco las cosas se fueron sucediendo.

El día 19 de mayo de 1982 el Grupo 6 de Caza (G6C) obtiene una valiosa victoria aérea cuando tres de sus aviones, interceptados por “Sea Harrier”, traban combate con un enemigo táctica y tecnológicamente más avanzado. Aún así, los pilotos argentinos lograron derribar uno de los cazas británicos utilizando fuego de cañón y dañar a otro más, aunque ya se habían perdido, entonces, dos aviones. El inesperado encuentro aéreo sobre Darwin no solo fue observado por nuestras tropas en tierra, sino que, también, permitió que los restos de la aeronave derribada cayeran cerca del aeródromo, lo cual terminaría siendo un éxito propagandístico.

El 21 de mayo, fuerzas del Ejército notifican sobre un desembarco anfibio a gran escala en la zona de San Carlos. Algunos de sus elementos habían logrado oponerse tímidamente a las fuerzas británicas, derribando algunos helicópteros, pero ya en franca retirada ante la superioridad numérica del enemigo. Ya en la madrugada se nos notifica de ello y antes del mediodía lanzamos las primeras misiones de ataque que fueron extremadamente fructíferas, habiendo dañado, nuestra unidad, una fragata británica que se retiró envuelta en un denso humo. El Grupo 5 de Caza entraba en acción.

Sin embargo la meteorología del 22 de mayo fue nefasta, no pudimos prever ninguna incursión sobre los posibles blancos y eso sería aprovechado por el enemigo. Con serios problemas para identificar, clasificar y designar blancos enemigos, toda la información que tuviésemos sobre los movimientos enemigos sería limitada.

Una inédita reunión de comandantes navales y aeronáuticos se produjo ese día en Río Gallegos, como resultado de esta, las cosas comenzaron a ir mejor para todos, excepto para los británicos. Había habido unos pocos contactos con los aviadores navales, pero recién después de esta reunión comenzamos a pensar que jugábamos para el mismo  equipo. Se estableció el despliegue de aviones de reconocimiento táctico en las islas y desde el continente para poder obtener información sobre los movimientos británicos, en tanto que acordamos concentrar nuestros ataques sobre “aquellos buques que no fuesen fragatas”, es decir, los logísticos, aunque esto recién se pondría a punto a partir del 24 de mayo.

Por mientras, durante el día 23 de mayo, lanzamos algunas acciones de ataque sobre blancos navales que supusieron la pérdida de una fragata británica, la HMS “Antelope”, a causa de las bombas de nuestra unidad, aunque sufriendo la pérdida de un valiente piloto, el 1er Tte. Guadagnini y sufriendo daños en algunas aeronaves más.

Poco después del mediodía se me informó que realizaría una de las misiones de ataque contra blancos de superficie en la cabeza de playa. El blanco era una posición enemiga que, al parecer, incluía provisiones y algunos vehículos, mientras que otra escuadrilla realizaría un ataque sobre una posible posición antiaérea enemiga. Este blanco había sido identificado por las escuadrillas anteriores y por el análisis de dónde podría encontrarse el enemigo en base a los escasos informes disponibles hasta entonces.

Se me asignó a la escuadrilla “Flecha”, con cuatro aviones A-4B, cada uno armado con tres bombas de 250 Kg. y los dos tanques suplementarios normales. Yo iba como líder de la segunda sección, pero el líder de la escuadrilla no pudo despegar por problemas en el motor, en tanto que mi numeral abortó la maniobra de repostaje en vuelo debido a fallas hidráulicas. Luego del repostaje, mi numeral y yo nos dirigimos directamente hacia la desembocadura del estrecho y a la zona del desembarco.

Pasamos a una buena distancia de Darwin y Pradera de Ganso, que servía como punto de referencia inicial, sobrevolamos los montes Sussex, y desde entonces comenzaron a tirarnos con todo. En esa zona habían instalado ya algunos sistemas “Rapier”, en tanto que los buques en la zona y las tropas de tierra tiraban con todo. Una vez identificado el Establecimiento San Carlos nos dirigimos a la posición donde se suponía que estaba el objetivo, cerca de la entrada del canal de San Carlos. Nunca había visto tantos buques juntos, y nunca vi tantas explosiones a mi alrededor.

Mi numeral iba un poco más atrás, por lo que le ordené que me siguiera y lanzara las bombas en el mismo sitio que yo. Me despegué un poco del terreno y logré observar la posición enemiga. Pude identificarla por la cantidad de fuego ligero que provenía de esta, por lo cual centré el blanco en la mira y al tenerlo a distancia realicé el lanzamiento de las tres bombas en rápida sucesión mientras trepaba para ganar altura, maniobré hasta alcanzar una altura que me permitiese superar las elevaciones que tenía enfrente, que luego me servirían de cobertura. El ataque había sido exitoso, las tres explosiones sacudieron el terreno espectacularmente, al cabo de unos segundos atacó mi numeral, poniendo sus tres bombas prácticamente en el mismo sitio.

Luego del ataque acordamos volver en solitario, pero siempre mantuvimos una relativa cercanía y pudimos reunirnos en el repostaje de vuelta al continente. Mi primera misión sobre San Carlos resultó ser un éxito, habíamos logrado destruir gran cantidad de equipo y provisiones.

El día 24 de mayo se me asignó a otra misión de ataque en la escuadrilla “Chispa”, pero el numeral debe abortar la misión y debimos continuar el ataque integrando a la escuadrilla “Nene”. Cada avión disponía de una sola bomba Mk.17 de 454 Kg. para atacar a los blancos navales que se pusieran frente a nosotros. Se nos había dado órdenes de atacar solamente a los buques de desembarco y logísticos, por lo que personal de la Armada nos dio un rápido bosquejo de cómo identificarlos, máxime disponiendo de las primeras fotografías tomadas ese día por los aviones de reconocimiento MC-32.

Ingresamos al estrecho y pronto identificamos la inmensa concentración de buques existente en la zona. Nos reciben con un nutrido fuego antiaéreo, disparaban con todo lo que tenían y por primera vez en mi vida pude observar misiles antiaéreos cruzándose delante y detrás de nosotros gracias a Dios íbamos tan bajo que no nos habían adquirido. El líder de escuadrilla nos asigna los blancos, eran dos buques de desembarco uno ubicado a corta distancia del otro, a nosotros nos tocó el más próximo.

Atacamos casi en perpendicular al eje del buque, apunto y lanzo la bomba, sin embargo esta no estalló y quedó alojada en una de las cubiertas de carga. Sin embargo el ataque de mi numeral fue mucho más exitoso. Había subido a una altura realmente peligrosa y ahora prácticamente se lanzaba en un picado directo al buque enemigo, pude observar como las trazadoras y las explosiones de la antiaérea le perseguían en un intento de derribarle. Lanzó su bomba desde poco menos de setenta metros de altura y esta dio en el centro del buque, casi sobre la cubierta principal, generando una tremenda explosión.

Tras el ataque niveló casi al ras del agua y recibió gran cantidad de impacto de todos los calibres que le provocaron serios daños y una gran vibración durante el vuelo de retorno. La escuadrilla “Nene” había alcanzado al otro buque, aunque solo con daños menores.

Al final del día pudimos conocer que el buque atacado, el RFA “Sir Lancelot”, había sido seriamente dañado por las bombas lanzadas. La bomba de mi numeral estalló justo debajo de la cubierta principal atestada de pertrechos y vehículos, a los daños provocados por los efectos de la bomba se la explosión de pertrechos y de mi bomba, que no había estallado pero detonó por simpatía.

Para entonces, nuestra moral estaba muy alta y la noticia de que el desembarco inglés estaba siendo duramente castigado permitió ganar mucho tiempo para reorganizar las defensas. El enemigo había encajado duros daños ese día, y durante la tarde nuestros A-4B realizaron algunas salidas más, con algunos éxitos espectaculares, como el hundimiento de un destructor y daños en otros buques más, aunque perdimos varios aviones y pilotos ese día. El retraso en el desembarco británico supuso un alivio y la reorganización de las acciones aéreas permitió fortalecer la moral de nuestras tropas en tierra.

El 25 de mayo era nuestra fiesta patria, por lo cual durante la tarde anterior un equipo de planificación de la FAS determinó una importante serie de acciones que tendrían un éxito más que relevante. Los reconocimientos aéreos designaron una importante serie de blancos enemigos en la zona de San Carlos, siendo estos asignados al Grupo 4 de Caza, mientras que nosotros realizaríamos algunos ataques contra blancos navales y otros contra blancos terrestres.

En la mañana despegamos en la escuadrilla “Marte”, si bien éramos cuatro aviones, dos debieron retornar por diversos motivos y continuamos otros dos. Habíamos despegado temprano, a las 0800 horas, sabiendo que siendo los primeros en llegar sorprenderíamos al enemigo. Hicimos una navegación impecable, repostamos y arribamos a la zona de operaciones cerca de las 0900 sin detectar blancos de importancia debido a la nula visibilidad debido a la bruma. Minutos después comenzamos a navegar hacia la zona de donde habíamos atacado blancos enemigos el día anterior y tuvimos un blanco a la vista, se trataba del “Stromness”, y procedimos a atacarlo.

Tras el ataque piqué a rasante para reducir la posibilidad de derribo y emprendí el retorno, sin embargo recibí importantes daños en mi avión que comenzaron a agravarse cuando emprendía el retorno. Me comuniqué con Darwin para notificar mi situación y que me eyectaba, ellos prepararon el rescate. La eyección a media altura fue normal, pero el aterrizaje fue durísimo, sufrí una quebradura en el brazo izquierdo y una lesión en mi tobillo derecho. Fui rescatado al día siguiente, estaba en mal estado y fui evacuado a Puerto Argentino, donde me enviaron al continente para mi recuperación, aunque ya no participé de la guerra.

La situación británica para el 25 de mayo era problemática, habían perdido muchos buques y habían sufrido un considerable retraso en el desembarco. Las acciones sobre la cabeza de playa fueron un agregado adicional a sus problemas, por lo que no sería hasta principios de junio que podrían disponer de capacidad para moverse desde ella. Lamentablemente, nuestras tropas no estaban en condiciones de contraatacar para ese entonces.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

MiG-23 sobre Hof!!!

El 1º Regimiento Aéreo de Caza había iniciado la transformación al MiG-23MF durante 1978 y para principios de 1979 ya se había trasladado a la base de Bechyne. Para entonces disponíamos tres aviones y un par de biplazas, disponiendo de suficientes pilotos como para recibir el segundo lote de siete aviones que estaban siendo construidos en la URSS.

Para julio se nos habían entregado tres cazas y tres biplazas adicionales, pero en agosto, con el deterioro de la situación en Alemania, Moscú nos suministró siete aviones adicionales, seguidos por cinco más en septiembre.

Entre agosto y septiembre logramos completar el entrenamiento de suficientes pilotos como para poder pilotar los doce aviones y tener una reserva, sin embargo muchos fueron enviados a la base de Frunze para realizar un adiestramiento más completo. Los que ya estábamos participamos de varios ejercicios con las unidades soviéticas y alemanas, a la vez que realizábamos patrullas conjuntas sobre la frontera.

Cuando la guerra estalló estábamos en primera línea y el 1º Regimiento recibió la tarea de evitar cualquier tipo de penetración enemiga hacia nuestro territorio, en tanto los soviéticos realizaban la supremacía aérea sobre Hof. 

Esa mañana despegamos cuatro aviones, completamente armados y repostados, para interceptar cinco blancos que se aproximaban hacia nuestro territorio. Eran cazas F-4D que estaban escoltados por tres “Linghtning” británicos. No comprendíamos la razón por la cual los valiosos F-4 eran escoltados por aviones tan limitados como los británicos, pero de inmediato procedimos a interceptarlos.

Volábamos a unos cuatro mil metros y a gran velocidad cuando tuvimos adquisición, el GCI nos aseguró que las condiciones eran favorables y de inmediato ordené a la formación que procediera a atacar. Creo que no fui el primero en disparar, pero ciertamente fui el primero en obtener una victoria cuando el misil R-23R que disparé contra el caza de la formación de ataque impactó directamente. Mi ataque había sido desde las ocho en punto, el caza perdió parte de la cola en la explosión, y se transformó en una bola de fuego.

Para entonces estaba en posición propicia para atacar a uno de los escoltas. El día era claro y había pocas nubes, algo tremendamente inusual. El caza británico había descendido y se encontraba a unos doscientos metros de altura cuando pude observarle, consulté a mi punto su situación y me confirmó una victoria, un “Lightning”, y que me estaba cubriendo. Para entonces el GCI nos informaba de la llegada de cuatro bandidos más.

Cuando logré ubicarme en posición de tiro sobre el británico seleccioné los misiles R-60T que apenas tenían una adquisición. El caza enemigo había picado para estabilizarse a baja altura y describiendo un círculo, yo le seguía a unos mil metros de distancia y un poco más arriba. No tenía solución de disparo así que traté de acelerar para ponerme en posición adecuada, siendo ese el momento en el que el británico encendió posquemadores y el misil me dio adquisición. Disparé de inmediato y el misil salió como un bólido hacia el blanco describiendo una curva hacia babor antes de estallar detrás del caza enemigo. La espoleta de proximidad se había activado a escasos metros de la cola y la explosión arrancó estabilizador y timones de profundidad sin provocar explosiones secundarias. El humo negro comenzó a brotar del caza enemigo y su piloto se eyectó en el momento que el avión comenzaba a descontrolarse.

Me recuperé del ataque y comencé a trepar en busca de los otros cazas, en total habíamos derribado los cinco blancos originales, pero el GCI nos informaba que ahora eran siete los cazas enemigos en la zona y que venían refuerzos en camino. Se nos ordenó retornar a la base ya que los soviéticos habían despachado cazas en nuestro auxilio y nosotros no tendríamos combustible suficiente para mantenernos en combate.

Durante la tarde realizamos otra patrulla, esta vez los cuatro aviones eran complementados por cuatro aviones soviéticos. Llevábamos unos quince minutos sobre la zona de Hof cuando se nos informa que una formación enemiga volaba a media altura a unos treinta kilómetros delante nuestro.

Al parecer eran aviones de ataque y apoyo cercano que buscaban detener nuestros avances en tierra. Al acercarnos descubrimos al menos una docena de F-104G belgas en una misión de ofensiva contra aérea.

Los soviéticos se cargaron rápidamente tres F-104G. En mi caso disparé un R-23R contra un F-104G a unos ocho kilómetros de distancia, el pequeño caza belga se transformó en una bola de fuego. Si bien habíamos logrado cinco victorias, cuando el combate se hizo cerrado la situación no fue tan sencilla y perdimos un avión propio. Yo estaba concentrado en atacar a uno de los enemigos, sin embargo no podía ubicarme en una posición favorable y fui alertado de que un caza enemigo estaba a mis seis en punto. Traté de romper y lancé bengalas en el momento en el que me disparaba un misil que pasó por debajo. Finalmente el combate concluyó con los belgas rompiendo contacto a muy baja altura, no pudimos perseguirlos.

Los combates aéreos sobre el centro de Europa eran terribles, era prácticamente imposible que no se encontraran aeronaves de ambos contendientes. Las bajas en combate eran elevadas y eso motivó a que Moscú suministrara gran cantidad de MiG-23M/MF para suplirlas y permitir disponer de dientes afilados. Cuando septiembre terminó, el 1º Regimiento había perdido nueve de sus 18 MiG-23MF, junto con cinco de sus pilotos. El principal responsable de nuestras bajas era el F-15 “Eagle” norteamericano, con cinco derribos. Este avión resultaba imbatible incluso para los soviéticos, no solo era de lo mejor en prestaciones, los nuevos misiles AIM-9L eran un azote y nosotros no podríamos oponer nada ante eso.

Habíamos derribado quince aviones, entre ellos mis tres victorias que me ponían segundo en el marcador de la unidad. Aún disponíamos de siete aviones, dos más estaban en reparaciones, y quince pilotos cuando arribaron seis MiG-23M y tres MiG-23MF adicionales, que serían seguidos por doce MiG-23M/MF durante octubre. Esto obligó a traer pilotos del 11º Regimiento que estaba completando su transformación al MiG-23ML en la URSS.


Reducidos sensiblemente en la línea de vuelo, el último día de septiembre despegamos con cuatro aviones y, ya en vuelo, nos reunimos con otros cuatro MiG-23MF alemanes. Debíamos realizar una patrulla sobre Hof en apoyo a las acciones terrestres y realizando la cobertura de una gran fuerza de ataque soviética, que traía su propia escolta con unos veinte MiG-23ML.

Mientras los soviéticos entablaban  combate contra interceptores americanos y alemanes, a nosotros se nos ordenó interceptar dos patrullas enemigas que volaban a unos dos mil metros de altura, a unos veinte kilómetros y a nuestras diez en punto.

Viramos hacia ellos y procedimos a interceptarlos. Cuando nos encontrábamos a unos diez kilómetros ordené el ataque. Había adquirido uno de los cazas y a unos ocho kilómetros disparé un R-23R, el cual se dirigió hacia el blanco y explotó espectacularmente. Para entonces ellos ya estaban sobre nosotros y la radio estallaba informando sobre el lanzamiento de misiles contra nosotros.

Pude observar que se trataba de F-4E americanos y de inmediato comencé a seguir a uno de ellos que pasó por encima de mi avión. Estaba muy cerca y de inmediato seleccioné los R-60T para tratar de empeñarlo. Nos trabamos en una serie de maniobras ascendentes y descendentes con constantes cambios y rupturas, en una de ellas prácticamente estuve a unos diez metros del suelo y acelerando para ganar altura, para luego ir perdiendo energía en los giros cerrados cuando trataba de ponerme a las seis en punto.

Si bien tenía adquisición, quería estar aún más cerca para disparar, pues habíamos descubierto que la espoleta de proximidad del R-60T no siempre era letal y su adquisición no siempre se mantenía constantemente, aunque era endemoniadamente maniobrero. Cuando me encontraba a unos ochocientos metros, con aerofrenos puestos, el americano abrió aerofrenos y realizó una brusca subida para que yo le sobrepasara, logré evitarlo y mantenerme un poco más abajo y a sus siete, a unos cuatrocientos metros, abrí fuego con el cañón, dos ráfagas vivorearon mientras mi avión trataba de mantener le línea de vuelo. Vi unos pocos impactos de la primera ráfaga, después otros pocos de la segunda, después humo negro y luego fuego en el motor izquierdo, las eyecciones se hicieron segundos después. ¡Iban dos!

Estaba inmerso en un éxtasis cuando se me informó que otro F-4E estaba justo a mis seis en punto un poco más abajo. No había disparado misiles y mi RWR no cesaba de sonar. Inicié una ruptura en vertical, con bajada de potencia y aerofrenos afuera, el americano pasó por debajo a escasos metros.

Quedamos ambos en posiciones comprometidas, mientras el americano picaba, yo trataba de seguirle para ganar velocidad y energía para mantener el combate. Yo trataba de ganar posiciones, pero el combate se cerró tanto que prácticamente nos mordíamos la cola en un círculo en el cual estábamos perdiendo energía rápidamente. Fue entonces cuando oigo que uno de los alemanes informa que uno de mis aviones había sido alcanzado por un caza enemigo y de inmediato pedí informe de situación, aún concentrándome en derribar al americano. Había perdido mi número tres y los alemanes habían perdido dos aviones, en total habíamos obtenido cuatro victorias, dos de ellas por mí, aunque más tarde sabríamos que habían sido cinco ya que uno de los alemanes informó una victoria antes de ser derribado.

Finalmente, con el GCI solicitando información sobre nuestro combustible, comencé a realizar un espiral descendente con la intención de recuperar energía, el americano comenzó a seguirme, pero yo había recuperado ya lo suficiente cuando comencé a trepar nuevamente. 

En un error de maniobra,  a unos novecientos metros, el americano estabilizó su avión y de inmediato abrí aerofrenos y disparé un R-60T que lo impactó, una llamarada salió de uno de sus motores y luego humo negro. Lo iba a rematar cuando observé las eyecciones, tres en un día, el GCI ordenó la vuelta a casa.

Al retornar a la base celebramos nuestros triunfos, se me permitió marcar las victorias en mi avión, seis de ellas bajo la cúpula. Tres días después, volando un MiG-23M, sería derribado sobre Hof, siendo rescatado por tropas soviéticas y enviado hacia la URSS donde comencé a adiestrar a nuestros pilotos que iniciaban la transición del MiG-21 al MiG-23ML, dos docenas de ellos reconstruirían al cansado, aunque victorioso, 1º Regimiento Aéreo de Caza.

domingo, 22 de junio de 2008

El último cazador

Mi primera misión durante la “Guerra de los Seis Días” no fue justamente parte de ella, sino más bien parte de los planes que se habían trazado con anterioridad para atacar objetivos estratégicos en Israel. Mi unidad, el 1º Escuadrón de la Real Fuerza Aérea Jordana, estaba equipada con doce cazas “Hunter” F.Mk.6 recibidos años antes. Nuestra unidad lucía con orgullo el derribo de ocho Mirage IIICJ enemigos, aunque los israelíes habían confirmado uno y más tarde se pondría en duda otros tres, aunque en realidad todos son confirmados por nuestras fuentes.

Tras los primeros ataques israelíes, despegamos directamente hacia nuestros objetivos, en una formación de cuatro aviones armados con bombas de 500 libras. Sin embargo algo estaba saliendo mal ese día, los ataques israelíes tenían una intensidad inusitada e incluso ya se estaban soportando los primeros asaltos terrestres contra nuestro territorio. Se nos ordenaron dos misiones de apoyo cercano ese mismo 5 de junio, sufriendo tres bajas en combate aéreo ese día, lo que fue una situación dura para nuestra unidad.

A la mañana siguiente se nos ordenó despegar rápidamente para interceptar un vuelo de cazas enemigos que se dirigían hacia nuestra base aérea. El primer vuelo estaba compuesto por mi avión y el del jefe de escuadrón, pero luego se unieron otros cuatro aviones, de hecho éramos todos los aviones que quedaban en servicio.

No sucedió nada de lo previsto y quedamos patrullando el cielo hasta que el sol brillaba ya bien fuerte en el cielo. Nuestros aviones llevaban cuatro tanques suplementarios lo que nos permitiría una prolongada patrulla aérea en caso de que los israelíes decidieran atacar nuestra base aérea. Los “Hunter” cortaban el cielo con su hermosa silueta, volando a unos 20.000 pies por encima de las nubes.

Es entonces cuando mi líder observa dos siluetas saliendo de la capa de nubes. Se trataba de dos Mirage IIICJ israelíes que venían hacia nosotros, más alto y al parecer no nos habían descubierto, pues lanzaron sus tanques subalares a unas dos millas delante nuestro y rompieron la formación justo por encima de nosotros, que ya habíamos lanzado los tanques momentos antes, apenas los vimos.

Me trencé con uno de los cazas judíos a gran altura, pero el veloz caza israelí siempre lograba tomar distancia y ponerse a mis seis, lo cual era una desagradable amenazaba. En la radio, el controlador de tierra informaba que algunas aeronaves israelíes se dirigían en vuelo bajo, y decidí romper el contacto con el Mirage y cruzar la capa de nubes, picando violentamente. El caza judío me siguió y cuando estuve entre las nubes volví a trepar. Cuando salí de las nubes el israelí no estaba más, pues habían aviones iraquíes que habían llegado en nuestro apoyo, por lo que decidí picar hacia los contactos reportados, donde seguro tenía una ventaja. Traté de ubicar a mi líder en la radio, el cual estaba trabando combate con un caza Super Mystère más abajo. Es entonces cuando pude observar a dos Mystère IVA camuflados volando en rasante y con rumbo a una de las bases aéreas cercanas.

Me dirigí hacia el más cercano hacia mí. Yo estaba picando desde sus siete en punto y quería atacarles por detrás. El primer caza israelí comenzó a hacerse grande en mi visor de tiro y cuando se encontraba a unos 700 metros comencé a disparar mis cuatro cañones de 30 mm. El piloto israelí se percató del ataque en ese momento, pero cuando decidió romper la formación mis proyectiles comenzaron a impactar en su ala izquierda y el fuselaje. Una segunda ráfaga lo remató, arrancó un ala completamente y el israelí se eyectó, salvando su vida por milagro. El avión comenzó a girar descontrolado dejando una larga lengua de humo negro y llamas, impactando en el suelo con una tremenda explosión.

En tanto, su compañero había lanzado todas sus cargas y había emprendido el escape. Sin embargo yo venía bastante rápido y con suficiente energía como para recuperarme del ataque y seguirlo. El israelí comenzó a maniobrar delante de mí tratando de escapar a mi acoso, en tanto que realizaba cerrados giros que me impedían la puntería. Para cuando quise acordar, nos encontrábamos combatiendo en un tirabuzón amplio que subía y bajaba continuamente, y donde mi avión comenzó a ganar terreno al caza enemigo. Pronto lo tuve en la mira y disparé una ráfaga corta, pero fallé, el ángulo no era el mejor y los proyectiles quedaron cortos.

Observé, entonces, el indicador de combustible, podía quedarme tranquilo por ello y volví a concentrarme en el combate. Estaba ansioso que el piloto israelí abandonara su maniobra y estabilizara el aparato, aunque sea para ganar velocidad, pero no fue así y el combate terminó cuando mi líder me ordenó retornar a la base, los Mirage enemigos nos ganaban en número y venían por nosotros.

Aborté el ataque y me dirigí a la base, pero nos ordenaron aterrizar en otro aeródromo pues el nuestro había estado bajo ataque esa mañana. Para el 6 de junio nuestra unidad había perdido tres aviones en combate aéreo y cuatro por los ataques contra la base, restando solo cinco aviones operativos. Lamentamos haber perdido dos de los dañados en un principio, pues simplemente requerían una reparación menor que los hubiese devuelto al combate, pero fueron destruidos.

Aterricé a mitad de mañana, algunos mecánicos se acercaron al avión para saludarme, el líder de escuadrón, Shurdom, con cuatro victorias, una confirmada, en su cuenta, festejó mi triunfo más que nadie. Nosotros esperábamos que repostasen nuestros aviones y nos devolvieran al combate, pero debimos esperar más de tres horas hasta que eso sucediera. Por mientras, la cinta de la fotoametralladora mostraba el éxito de mi primer ataque y lo difícil del segundo.

Durante la tarde se nos ordenó una salida de apoyo cercano a las tropas de tierra, la cual resultó un gran éxito, pues causamos graves bajas a los israelíes que estaban ya en territorio jordano. Al atardecer realizamos una segunda misión de apoyo cercano, igualmente exitosa.

El día 7 de junio nuestra unidad estaba prácticamente colapsada, con solo tres aviones disponibles, uno en reparaciones debido a daños en combate y otro en mantenimiento debido a que presentó novedades técnicas de importancia. Se nos ordenó despegar de inmediato con los aviones operativos para interceptar una incursión enemiga. Desde nuestra nueva locación teníamos al Golfo de Aqaba muy cerca.

Tratamos de interceptar a nuestro blanco, sin embargo no pudimos encontrarlos por ningún lado. Cuando estábamos cerca de Aqaba, observamos unos densos hongos de humo negro que se levantaban en la ciudad, de inmediato pensamos que se trataba del aeropuerto y allí nos dirigimos. Cuando arribamos vimos la magnitud del daño y la antiaérea propia nos disparaba como si fuéramos el enemigo.

Los bombarderos Voautur IIA israelíes habían puesto proa hacia el Golfo de Aqaba y pusimos proa a ellos. Pude observar a dos de ellos maniobrando en formación, tal era la tranquilidad de esos pilotos, y aceleré hacia a ellos antes de que pudiesen sobrevolar el mar, quería que sus restos quedaran en tierra jordana.

Sin embargo, cuando tenía al más atrasado en la línea de mira, un hilo de humo blanco pasó a unos cuantos metros de mi avión y se estrelló en el mar, segundos después mi líder me informaba que estábamos bajo ataque de Mirage israelíes. Guardé aerofrenos y aceleré al máximo, justo para ver que otro misil era disparado hacia mí desde mis cinco en punto.

Rompí violentamente hacia babor y comencé a trepar, pude observar como el israelí disparaba sus cañones contra mí. De inmediato comencé a picar para recuperar energía y poder trenzarme con el más rápido caza contrario. Si los dos misiles fueron disparados por el caza que me perseguía, estábamos en un duelo de cañones.

Cuando me recuperé, el veloz Mirage pasó delante de mí como un rayo, y de inmediato traté de seguirle. Increíblemente realizó una serie de maniobras que no solo lo dejaron a mis doce, sino que además le restaron potencia. Ahora el israelí estaba en mi terreno, y yo podía derribarle. En un momento comenzó a trepar acelerando, podía ver el fuego saliendo de su tobera, y disparé una ráfaga larga de cañón, pero fallé. Pronto el caza enemigo hizo un tonel y yo comencé a seguirlo, lo tenía a rango de tiro, pero no podía apuntar con precisión, otra ráfaga corta había fallado. Apenas nos recuperamos del tonel lo tenía frente a mí, a unos 250 metros, y abrí fuego. Pude ver los proyectiles penetrando el fuselaje y las alas, comenzó a salir humo negro y una pequeña explosión arrancó un ala y otros componentes.

Cuando me recuperaba pude observar que el otro Mirage se cruzaba delante de mí, un poco más arriba y a poco menos de una milla de distancia. De inmediato comencé una trepada, al mismo tiempo que observé a uno de mis compañeros persiguiéndole. El israelí ahora estaba en problemas, yo me dirigía hacia él desde sus cuatro en punto, y mi compañero lo tenía en su mira. Intentó una maniobra brusca para liberarse de mi compañero y rompió hacia mí, que aún estaba trepando y lo tenía justo en la mira. Apenas pude centrarlo comencé a disparar, y el Mirage estalló violentamente frente a mi avión, a unos quinientos metros, tan cerca que algunos restos impactaron en mi avión sin causar daños.

Pronto el líder informó que más Mirage estaban en la zona de operaciones, y nosotros estábamos demasiado lejos de casa para poder seguir combatiendo. Pusimos proa hacia nuestra base y minutos más tarde aterrizamos, fui recibido como un héroe, había derribado dos Mirage IIICJ en una sola misión, y lo mejor es que había vivido para contarlo. Pero esa sería nuestra última oportunidad, mientras nuestros aviones eran rearmados y repostados, un ataque israelí contra nuestra base causó terribles destrozos.

De los cinco “Hunter” sobrevivientes, dos habían sido destruidos completamente, de los tres restantes, el mío había sido duramente castigado y había perdido la cola por una explosión cercana, otro había recibido daños similares, mientras que el último tenía daños ligeros, pero nada ameritaba recuperarlo. La guerra para nosotros había terminado, sumábamos un buen número de victorias, pero habíamos perdido todos nuestros aviones.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Ases MiG-21 (1)

Durante las primeras semanas del conflicto el JG 8 fue destinado a misiones de ataque y apoyo cercano, puesto a que nuestros veteranos MiG-21PFM no eran los mejores rivales para los cazas occidentales más modernos. Sin embargo, siempre disponíamos de unidades en alerta para defensa del sector en donde estábamos desplegados y gradualmente comenzamos a realizar un buen número de misiones de patrulla aérea.

Mi primera victoria se produjo el 4 de octubre durante una misión de apoyo cercano. Habíamos atacado fuerzas enemigas utilizando bombas de racimo e incendiarias cuando el controlador de tierra nos informa que en las cercanías debería estar rondando un OV-10 que dirigía los ataques aéreos y de artillería. Costó ubicarlo y más aún tratar de derribarle, pese a estar pintado de gris, el pequeño bimotor era un blanco demasiado lento para mi avión.

Me ubiqué en su cola a unas ocho millas y comencé la aproximación en la que comencé a bajar la velocidad poco a poco. A seiscientos metros de distancia disparé dos ráfagas, fallé, pero cuando me encontraba a 300 metros logré varios impactos y el pequeño avión comenzó a caer con un motor en llamas. Volvimos a la base sin mayores novedades.

El 7 de octubre el JG 8 comenzó a turnar sus pilotos de forma que hubiese un Staffel siempre listo para misiones de defensa aérea sobre el aeródromo y alrededores, mientras que el otro cumpliría las misiones de ataque a suelo que fuesen necesarias. Es así que mi Staffel fue asignado a misiones de defensa aérea.

Alemanes y norteamericanos se habían mostrado muy activos atacando nuestros aeródromos de dispersión, por lo que siempre estábamos alerta para rechazar un ataque. El 9 de octubre se nos ordenó interceptar un vuelo enemigo a unas 50 millas de distancia de nuestra posición. Se trataba de F-4D norteamericanos que estaban realizando misiones de ataque contra nuestros sistemas antiaéreos. La mayoría de los sistemas antiaéreos que protegían el aeródromo cercano estaban siendo recargados, en tanto que otros habían sido ya anulados.

Nosotros llegamos justo a tiempo y logramos romper los ataques, sin embargo los americanos comenzaron a abandonar la zona tan pronto como notaron nuestra presencia. Aún así mi compañero logró derribar uno de los cazas americanos con un K-13M, mientras que yo puse poscombustión y comencé a seguir a uno de los “Phantom” más retrasados.

Me arrimé lo suficiente como para disparar un misil, pero el F-4 comenzó a maniobrar y nos enredamos en un combate a gran velocidad. El americano logró ponerse detrás de mí, en tanto que yo hacía lo posible para sacármelo de encima. Por delante pasó mi compañero a gran velocidad, dos segundos después y hubiéramos chocado, seguido por otro F-4, lo que significaba que había más bandidos en la zona.

Comencé un picado a gran velocidad, pues quería ganar energía, y el americano me siguió, sin embargo yo corté el picado con un giro a estribor a unos 200 metros de altura y el F-4 se recuperó más alto y a más velocidad, pasando de largo debajo de mí a muy corta distancia, lo que me permitió ponerme en su cola. El americano rompió y comenzó a trepar, estábamos a unos cuatrocientos metros cuando disparé el cañón, la primera ráfaga alcanzó el fuselaje, la segunda también, junto con las alas y el avión se transformó en una bola de fuego, sus pilotos se eyectaron. Cuando vi el indicador de combustible no quedó otra cosa más que aterrizar en un aeródromo de emergencia, dos F-4D habían sido derribados en ese combate, uno de ellos era mi segunda victoria, y la más importante. Si algo agradecía de mi avión era su maniobrabilidad y su excelente cañón. Los misiles K-13M eran buenos, aunque no lo suficiente, y su alcance era un suspiro, aún así, era gran avión.

El 8 de octubre se produjo una nueva interceptación. Formábamos parte de una gran formación de combate aéreo, en la que había MiG-21MF y MiG-23M propios y soviéticos. Todos estaban inmersos en un gran combate aéreo contra F-4E y F-15 americanos cuando se nos ordenó interceptar un vuelo enemigo que volaba a baja altura, a nuestras cuatro en punto, con rumbo a Berlín. Eran F-4F alemanes federales cargados de bombas.

Fuimos dirigidos por el control de tierra para atacarlos desde atrás. Bajamos a una distancia que nos mantuviese de incógnito y tan pronto como logramos vernos nos pusimos en posición de ataque detrás de los dos F-4F más retrasados. Levanté la nariz y armé los misiles, pronto estábamos a unos 500 metros de altura, tuve adquisición y disparé inmediatamente contra el avión de la izquierda.

El misil salió directo hacia el blanco describiendo una leve curva e impactó transformando al caza alemán en una antorcha. Pude ver como se desprendían parte de las alas, el empenaje, así como parte del armamento que había colgado de las alas. También observé dos eyecciones separadas por unas centésimas de segundo. El incendiado F-4F continuó volando y pasó por debajo de su compañero para estrellarse aparatosamente contra el suelo.

El segundo avión aún se mantenía en posición y apenas el otro misil me dio tono disparé, habrían pasado dos segundos o menos. El misil no tardó en alcanzar al segundo F-4F, aunque no se produjo una gran explosión y el avión resultó seriamente dañado, siendo rematado por mi compañero. Abandonamos el ataque y nos dirigimos a casa.

Mi última victoria fue la más increíble, y de hecho fue tan sorprendente que si no hubiera habido testigos y mi fotoametralladora no hubiese funcionado de forma correcta, nadie me lo creería.

Nos encontrábamos volando al Norte de nuestro aeródromo cuando el control de tierra informó que dos bandidos se dirigían a baja altura hacia el aeródromo, a gran velocidad y a nuestras siete en punto. Dimos la vuelta y pusimos proa hacia ellos.

Volamos a muy baja altura y tratamos de ponernos detrás, pero cuando estábamos a unos ocho kilómetros los cazas enemigos se pusieron de frente a nosotros. Uno de ellos disparó un misil y derribó a mi compañero, que volaba a unos 250 metros de altura, mientras que yo los ví pasar encima de mí. ¡Eran F-15!

Se me había helado la sangre. Yo iba muy rápido y realicé un giro muy abierto para tratar de ponerme detrás. Jamás había combatido con un F-15 y jamás supe lo maniobrables que eran esas bestias. Sabía que había dos aeronaves enemigas y tenía que buscar la forma de mantenerlos lo suficientemente cerca como para que no me dispararan, pero tratando de buscar una forma de poder derribarle o escapar.

Comenzamos una persecución a muy corta distancia y en un corto círculo, poco más de seiscientos metros, en la cual los dos estábamos en condiciones de ubicarnos en la cola de nuestro enemigo. Habrá durado unos diez segundos cuando comencé a perder la energía necesaria para mantener la persecución y mi sangre volvió a helarse, pues eso significaba que debía tratar de enderezar el avión y poner poscombustión para recuperar velocidad. Sin embargo volábamos a unos dos mil metros de altura con lo cual decidí mantener el espiral, pero descendiendo y acelerando.

Eso me permitió recuperar un poco de energía y velocidad, a la vez que ampliamos el radio del espiral, lo cual era mejor para el americano. Pude observar a otro F-15 pasando por delante y alejándose, por lo que me quedé un poco más tranquilo, no me estaba siguiendo. Cuando tuve suficiente potencia como para cerrar el giro, rompí el circuito y comencé a picar en línea recta, ganando mucha velocidad. Con esa energía, y buscando al americano como podía, logré volver al ruedo, aunque el “Eagle” era soberbiamente maniobrero y potente.

Habremos estado por unos treinta segundos así, o más, realizando un espiral ascendente, para luego picar nuevamente. No había más de quinientos metros de distancia y no sé por qué ninguno de ellos disparó, sus misiles eran terribles. Al cabo de unos instantes, mientras comenzaba a ascender, pude observar al F-15 justo delante de mí, con su aerofreno abierto y en plena trepada realizando tirabuzones. No lo podía creer. Reaccioné rápido, puse aerofrenos y traté de ubicar mi avión sobre el americano, pues yo iba muy rápido. Apenas vi toda su silueta llenado el visor de tiro, comencé a disparar el cañón como si tuviera municiones infinitas. Observé las municiones que alcanzaban las alas y el fuselaje, otras pasaban de largo, y otras volvían a impactar. Estaba gritando como loco cuando el caza americano estalló espectacularmente, no lo podía creer y tardé unos segundos en darme cuenta, también me percaté que aún tenía el dedo en el disparador del cañón, que ya no tenía proyectiles. Mi avión estaba ascendiendo, con los aerofrenos y flaps abiertos, perdiendo velocidad. Me recuperé rápidamente y comencé a ganar velocidad poco a poco, piqué hacia el suelo y volando a unos 50 metros de altura me dirigí a casa, el otro americano comenzó a seguirme a cierta distancia, pero estábamos sobre el aeródromo y comenzaron a tirarle con todo, aseguran que lo dañaron, pero no me disparó.

Cuando iniciaba la aproximación a la pista mi motor se apaga y comienzo a perder velocidad. La toma fue realmente muy dura, el neumático derecho reventó y mi avión comenzó a salirse fuera. Cuando tocó la hierba, el tren delantero se clavó en el suelo y el avión quedó allí, me eyecté un segundo antes, o así. No sufrí grandes heridas, aunque pasé una semana en cama curando mi hombro y rodillas.

Mi avión fue recuperado, pero fue directamente destinado a monumento en la base, con sus tres derribos y medio. En realidad era más costoso repararlo que esperar que los soviéticos nos mandaran otro en condiciones. A fines de octubre la unidad comenzaba su transición a los modernos Su-17M de ataque, con lo cual no habría más victorias relevantes.