miércoles, 16 de abril de 2008

Interdicción sobre Kiel

Llegamos a Alemania el 1 de octubre de 1979 y de inmediato comenzamos a operar con nuestros cazas Su-17M contra las fuerzas occidentales. Nuestro regimiento era una de las mejores unidades de ataque disponibles y había sido enviada a primera línea con la misión de realizar incursiones contra todo tipo de blancos importantes en Alemania.

El 3 de octubre nos tocó nuestra primera misión, se habían seleccionado ocho aviones para lanzar un ataque contra las instalaciones portuarias y astilleros en la ciudad de Kiel. Atacaríamos con bombas de 500 Kg., puesto que aún no habíamos recibido los misiles aire – superficie que tendríamos que emplear en este tipo de operaciones. A mi sección, en particular, se nos había asignado atacar los grandes tanques de combustible y otras instalaciones que los rodeaban.

Despegamos desde unas pistas alternativas cercanas a Ribnitz-Damgarten y de inmediato comenzamos a volar en formación muy próximos a la costa y a baja cota. Ya en vuelo se nos reunieron algunos MiG-21 alemanes, mientras que más adelante nos encontramos con más aviones propios. El ataque a Kiel sería masivo, puesto a que también incluiría Su-17 y MiG-27 de otros regimientos soviéticos, así como Su-20 alemanes. Los blancos, además de astilleros e instalaciones portuarias, eran las defensas de la ciudad.

Como cobertura había un verdadero enjambre de MiG-21 y MiG-23 de todos los colores y naciones, los cuales se mostraron vitales cuando comenzamos a sobrevolar la Bahía de Mecklemburgo, donde había cazas enemigos por doquier.

Nuestro vuelo se realizó a alta velocidad, volando a unos 1.000 pies y en completo silencio de radio. Sobrevolamos el Golfo de Fehmarn y entonces ya estábamos prácticamente solos, con un puñado de MiG-23ML de escolta que pronto se encontraron con algunos cazas alemanes y daneses. Pude observar la entrada al Golfo de Kiel, rompí el silencio de radio y ordené que armaran las bombas, descendimos a unos 750 pies y comenzamos a acercarnos rápidamente al blanco.

Pude identificar los gigantescos tanques de combustible de color blanco, mi numeral también los identificó y pronto las restantes escuadrillas hicieron lo propio con sus blancos. Al cabo de unos segundos ordené que se iniciara el ataque, estábamos a unas 6 millas. La formación se rompió en cuatro parejas, lo hizo con tal coordinación que parecía una demostración acrobática.

Nosotros iniciábamos el ataque cuando observamos que varios cazas F-4E americanos ingresaban en la zona. Pude ver varias estelas de misiles, pero ninguna venía hacia nosotros, así que advertí al resto de la unidad, pero pocos respondieron a las alertas.

Tenía el blanco centrado en el visor y pronto estaba a la distancia justa. Volando a unas 800 pies, y en un leve picado, solté las dos bombas de los soportes subalares y comencé a trepar acelerando al máximo posible. En mi retrovisor pude observar las dos tremendas explosiones y la onda expansiva que éstas produjeron, mientras giraba a babor para atacar el blanco desde otra dirección. Detrás de mí venía Genady Rudenko, un joven teniente muy valiente.

Genady tenía un ligero retraso al ingresar hacia su blanco, que eran los tanques de combustible que quedaban en el área. Yo estaba maniobrando cuando pude observar que un F-4E venía detrás de él a poco más de una milla, al parecer su RWR no funcionaba o el americano lo quería derribar con cañones.

Le ordené abortar el ataque y que se desprendiera de las bombas para poder escapar del acoso, pero fue tarde. Cuando aceleraba para recuperarse, el americano disparó un misil que estalló justo debajo del su ala derecha, la cual fue arrancada de cuajo y su avión pronto perdió el control.


Le ordené que se eyectara, pero no había respuestas. Yo volví a maniobrar sobre el puerto de Kiel cubierto de humo, me había desprendido de las bombas y había armado los misiles R-60 que llevaba para autodefensa.
Seguí al americano y pude observar cuando lanzaba un segundo misil contra otro de los nuestros. Yo había hecho estallar la frecuencia alertando sobre la situación y las respuestas eran cada vez más alarmas de ataques y demás, pero no había sido suficiente, perdí otro de mis pilotos.

Estaba a tiro del americano y decidí empeñarlo con los cañones. Lancé dos cortas ráfagas, de un segundo cada una, contra su avión. Los primeros proyectiles impactaron en su ala derecha, arrancándole el extremo, en tanto que la segunda ráfaga impactó en el fuselaje. El avión comenzó a hechar humo y lo rematé con una tercera ráfaga justo cuando comenzaba a perder el control. Varios de esos proyectiles impactaron en el empenaje y hicieron desaparecer. Grité de alegría cuando el avión americano comenzó a girar descontrolado y envuelto en llamas.

Llegamos a la base y completamos con todas nuestras tareas posteriores a la misión, incluyendo el informe. Se nos felicitó por los derribos y brindamos por nuestros caídos. La primera misión nos había costado la vida de uno de los nuestros, así como la captura de los otros tres, sin embargo nuestro Escuadrón había logrado varios éxitos ese día. Al cabo de cinco horas estaba en vuelo nuevamente para otra misión.

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