lunes, 6 de octubre de 2008

Un golpe de efecto

Las acciones aéreas del conflicto, hasta este momento, habían sido de lo más limitadas para nosotros, puesto a que estábamos capacitados solo para misiones de ataque y hasta entonces el enemigo no se hizo del todo presente como para justificar nuestra intervención. Hasta entonces, nuestra unidad prácticamente no había sufrido bajas graves y nuestra actuación había sido más bien indiferente comparado con la realizada por las unidades de caza que prácticamente se empeñaban diariamente en obtener la superioridad aérea.

Sin embargo, la iniciativa en el aire comenzó a ser entregada al enemigo mediante una cesación de las acciones ofensivas contra sus aviones, lo cual no solo evitó desgastarle, sino que además permitió elevar la moral del enemigo que ahora se estaba aprestando a una operación anfibia de grandes dimensiones y que, para nosotros, pasaba prácticamente inadvertida cuando aún se realizaban gigantescos esfuerzos por saber la posición exacta del enemigo. Las tropas en tierra se veían, entonces, limitadas en la recepción de suministros por vía aérea, lo cual afectaba negativamente su moral y condiciones combativas, había que hacer algo y poco a poco las cosas se fueron sucediendo.

El día 19 de mayo de 1982 el Grupo 6 de Caza (G6C) obtiene una valiosa victoria aérea cuando tres de sus aviones, interceptados por “Sea Harrier”, traban combate con un enemigo táctica y tecnológicamente más avanzado. Aún así, los pilotos argentinos lograron derribar uno de los cazas británicos utilizando fuego de cañón y dañar a otro más, aunque ya se habían perdido, entonces, dos aviones. El inesperado encuentro aéreo sobre Darwin no solo fue observado por nuestras tropas en tierra, sino que, también, permitió que los restos de la aeronave derribada cayeran cerca del aeródromo, lo cual terminaría siendo un éxito propagandístico.

El 21 de mayo, fuerzas del Ejército notifican sobre un desembarco anfibio a gran escala en la zona de San Carlos. Algunos de sus elementos habían logrado oponerse tímidamente a las fuerzas británicas, derribando algunos helicópteros, pero ya en franca retirada ante la superioridad numérica del enemigo. Ya en la madrugada se nos notifica de ello y antes del mediodía lanzamos las primeras misiones de ataque que fueron extremadamente fructíferas, habiendo dañado, nuestra unidad, una fragata británica que se retiró envuelta en un denso humo. El Grupo 5 de Caza entraba en acción.

Sin embargo la meteorología del 22 de mayo fue nefasta, no pudimos prever ninguna incursión sobre los posibles blancos y eso sería aprovechado por el enemigo. Con serios problemas para identificar, clasificar y designar blancos enemigos, toda la información que tuviésemos sobre los movimientos enemigos sería limitada.

Una inédita reunión de comandantes navales y aeronáuticos se produjo ese día en Río Gallegos, como resultado de esta, las cosas comenzaron a ir mejor para todos, excepto para los británicos. Había habido unos pocos contactos con los aviadores navales, pero recién después de esta reunión comenzamos a pensar que jugábamos para el mismo  equipo. Se estableció el despliegue de aviones de reconocimiento táctico en las islas y desde el continente para poder obtener información sobre los movimientos británicos, en tanto que acordamos concentrar nuestros ataques sobre “aquellos buques que no fuesen fragatas”, es decir, los logísticos, aunque esto recién se pondría a punto a partir del 24 de mayo.

Por mientras, durante el día 23 de mayo, lanzamos algunas acciones de ataque sobre blancos navales que supusieron la pérdida de una fragata británica, la HMS “Antelope”, a causa de las bombas de nuestra unidad, aunque sufriendo la pérdida de un valiente piloto, el 1er Tte. Guadagnini y sufriendo daños en algunas aeronaves más.

Poco después del mediodía se me informó que realizaría una de las misiones de ataque contra blancos de superficie en la cabeza de playa. El blanco era una posición enemiga que, al parecer, incluía provisiones y algunos vehículos, mientras que otra escuadrilla realizaría un ataque sobre una posible posición antiaérea enemiga. Este blanco había sido identificado por las escuadrillas anteriores y por el análisis de dónde podría encontrarse el enemigo en base a los escasos informes disponibles hasta entonces.

Se me asignó a la escuadrilla “Flecha”, con cuatro aviones A-4B, cada uno armado con tres bombas de 250 Kg. y los dos tanques suplementarios normales. Yo iba como líder de la segunda sección, pero el líder de la escuadrilla no pudo despegar por problemas en el motor, en tanto que mi numeral abortó la maniobra de repostaje en vuelo debido a fallas hidráulicas. Luego del repostaje, mi numeral y yo nos dirigimos directamente hacia la desembocadura del estrecho y a la zona del desembarco.

Pasamos a una buena distancia de Darwin y Pradera de Ganso, que servía como punto de referencia inicial, sobrevolamos los montes Sussex, y desde entonces comenzaron a tirarnos con todo. En esa zona habían instalado ya algunos sistemas “Rapier”, en tanto que los buques en la zona y las tropas de tierra tiraban con todo. Una vez identificado el Establecimiento San Carlos nos dirigimos a la posición donde se suponía que estaba el objetivo, cerca de la entrada del canal de San Carlos. Nunca había visto tantos buques juntos, y nunca vi tantas explosiones a mi alrededor.

Mi numeral iba un poco más atrás, por lo que le ordené que me siguiera y lanzara las bombas en el mismo sitio que yo. Me despegué un poco del terreno y logré observar la posición enemiga. Pude identificarla por la cantidad de fuego ligero que provenía de esta, por lo cual centré el blanco en la mira y al tenerlo a distancia realicé el lanzamiento de las tres bombas en rápida sucesión mientras trepaba para ganar altura, maniobré hasta alcanzar una altura que me permitiese superar las elevaciones que tenía enfrente, que luego me servirían de cobertura. El ataque había sido exitoso, las tres explosiones sacudieron el terreno espectacularmente, al cabo de unos segundos atacó mi numeral, poniendo sus tres bombas prácticamente en el mismo sitio.

Luego del ataque acordamos volver en solitario, pero siempre mantuvimos una relativa cercanía y pudimos reunirnos en el repostaje de vuelta al continente. Mi primera misión sobre San Carlos resultó ser un éxito, habíamos logrado destruir gran cantidad de equipo y provisiones.

El día 24 de mayo se me asignó a otra misión de ataque en la escuadrilla “Chispa”, pero el numeral debe abortar la misión y debimos continuar el ataque integrando a la escuadrilla “Nene”. Cada avión disponía de una sola bomba Mk.17 de 454 Kg. para atacar a los blancos navales que se pusieran frente a nosotros. Se nos había dado órdenes de atacar solamente a los buques de desembarco y logísticos, por lo que personal de la Armada nos dio un rápido bosquejo de cómo identificarlos, máxime disponiendo de las primeras fotografías tomadas ese día por los aviones de reconocimiento MC-32.

Ingresamos al estrecho y pronto identificamos la inmensa concentración de buques existente en la zona. Nos reciben con un nutrido fuego antiaéreo, disparaban con todo lo que tenían y por primera vez en mi vida pude observar misiles antiaéreos cruzándose delante y detrás de nosotros gracias a Dios íbamos tan bajo que no nos habían adquirido. El líder de escuadrilla nos asigna los blancos, eran dos buques de desembarco uno ubicado a corta distancia del otro, a nosotros nos tocó el más próximo.

Atacamos casi en perpendicular al eje del buque, apunto y lanzo la bomba, sin embargo esta no estalló y quedó alojada en una de las cubiertas de carga. Sin embargo el ataque de mi numeral fue mucho más exitoso. Había subido a una altura realmente peligrosa y ahora prácticamente se lanzaba en un picado directo al buque enemigo, pude observar como las trazadoras y las explosiones de la antiaérea le perseguían en un intento de derribarle. Lanzó su bomba desde poco menos de setenta metros de altura y esta dio en el centro del buque, casi sobre la cubierta principal, generando una tremenda explosión.

Tras el ataque niveló casi al ras del agua y recibió gran cantidad de impacto de todos los calibres que le provocaron serios daños y una gran vibración durante el vuelo de retorno. La escuadrilla “Nene” había alcanzado al otro buque, aunque solo con daños menores.

Al final del día pudimos conocer que el buque atacado, el RFA “Sir Lancelot”, había sido seriamente dañado por las bombas lanzadas. La bomba de mi numeral estalló justo debajo de la cubierta principal atestada de pertrechos y vehículos, a los daños provocados por los efectos de la bomba se la explosión de pertrechos y de mi bomba, que no había estallado pero detonó por simpatía.

Para entonces, nuestra moral estaba muy alta y la noticia de que el desembarco inglés estaba siendo duramente castigado permitió ganar mucho tiempo para reorganizar las defensas. El enemigo había encajado duros daños ese día, y durante la tarde nuestros A-4B realizaron algunas salidas más, con algunos éxitos espectaculares, como el hundimiento de un destructor y daños en otros buques más, aunque perdimos varios aviones y pilotos ese día. El retraso en el desembarco británico supuso un alivio y la reorganización de las acciones aéreas permitió fortalecer la moral de nuestras tropas en tierra.

El 25 de mayo era nuestra fiesta patria, por lo cual durante la tarde anterior un equipo de planificación de la FAS determinó una importante serie de acciones que tendrían un éxito más que relevante. Los reconocimientos aéreos designaron una importante serie de blancos enemigos en la zona de San Carlos, siendo estos asignados al Grupo 4 de Caza, mientras que nosotros realizaríamos algunos ataques contra blancos navales y otros contra blancos terrestres.

En la mañana despegamos en la escuadrilla “Marte”, si bien éramos cuatro aviones, dos debieron retornar por diversos motivos y continuamos otros dos. Habíamos despegado temprano, a las 0800 horas, sabiendo que siendo los primeros en llegar sorprenderíamos al enemigo. Hicimos una navegación impecable, repostamos y arribamos a la zona de operaciones cerca de las 0900 sin detectar blancos de importancia debido a la nula visibilidad debido a la bruma. Minutos después comenzamos a navegar hacia la zona de donde habíamos atacado blancos enemigos el día anterior y tuvimos un blanco a la vista, se trataba del “Stromness”, y procedimos a atacarlo.

Tras el ataque piqué a rasante para reducir la posibilidad de derribo y emprendí el retorno, sin embargo recibí importantes daños en mi avión que comenzaron a agravarse cuando emprendía el retorno. Me comuniqué con Darwin para notificar mi situación y que me eyectaba, ellos prepararon el rescate. La eyección a media altura fue normal, pero el aterrizaje fue durísimo, sufrí una quebradura en el brazo izquierdo y una lesión en mi tobillo derecho. Fui rescatado al día siguiente, estaba en mal estado y fui evacuado a Puerto Argentino, donde me enviaron al continente para mi recuperación, aunque ya no participé de la guerra.

La situación británica para el 25 de mayo era problemática, habían perdido muchos buques y habían sufrido un considerable retraso en el desembarco. Las acciones sobre la cabeza de playa fueron un agregado adicional a sus problemas, por lo que no sería hasta principios de junio que podrían disponer de capacidad para moverse desde ella. Lamentablemente, nuestras tropas no estaban en condiciones de contraatacar para ese entonces.

No hay comentarios: