domingo, 20 de abril de 2008

Cazando Águilas

La guerra nos tomó por sorpresa, como a todos, pero nuestra unidad, el 472º Istrevitelnye Avia Polk, no iba a ser desplegada al frente, se mantendría en la custodia de los alrededores de Moscú. De hecho, nuestros aviones fueron inmediatamente transferidos a las unidades en el frente mientras nosotros recibíamos otros nuevos de fábrica.

Sin embargo, durante las últimas semanas de octubre nos habían ordenado incrementar nuestro entrenamiento en combate aéreo de una forma por demás extensa. Diariamente volábamos hasta tres horas en diversos ejercicios en los que nos enfrentábamos a todo tipo de aviones, incluyendo los entrenadores L-39.

El 9 de noviembre recibimos la orden de desplegarnos hacia Checoslovaquia, la base ya era un hervidero. Aviones de transporte habían llevado nuestros equipos de apoyo y personal hacia las bases de despliegue y algunos oficiales habían ido con ellos para revisar los aeródromos de despliegue avanzado recomendados por los checos. Mi escuadrón se desplegaría en los alrededores de Klatovy, llegando el día 11 y comenzando a operar dos días después.

Sin embargo no fue hasta el 15 de noviembre que tuvimos nuestras primeras acciones reales. Nuestros comandantes habían previsto que nuestro entrenamiento nos permitiese obtener mejores resultados en combate aéreo que la de otras unidades durante el principio de la guerra, y eso significaba poder abatir más F-15.

Mientras los combates proseguían comenzamos a realizar misiones ofensivas, atrayendo a los cazas enemigos hacia nosotros. El 19 de noviembre, dos días después de mi cumpleaños y mi misión número siete, obtuve mi primera victoria, cuando derribé un “Jaguar” británico. Dos días después fue el turno de dos “Alpha Jet”.

Hasta el momento nuestras salidas de caza habían sido sencillas, destruíamos algún avión pequeño o rompíamos un ataque, pero el 22 nos topamos con cazas F-4 alemanes y británicos, donde la cosa cambió. No fue hasta el 23 que nos topamos con enemigos soberbios como los F-15 americanos.

Cuando realizábamos las misiones de escolta de los aviones de ataque, usualmente nos movíamos en una fuerza de hasta 50 aviones. Nosotros estábamos por encima de los 10.000 pies, mientras que los de ataque iban pegado al piso. El día 23 decidimos cambiar la organización, los aviones de ataque irían a unos 3.000 pies, mientras que MiG-21 y MiG-23 lo harían en rasante. El resto de mi escuadrón de MiG-23ML volaría por encima, desde los 5.000 pies. La idea era emboscar a los cazas enemigos creyendo que atacaban a los aviones de asalto, mientras que la escolta picaba para cerrarle el paso ante cualquier intento de persecución de nuestros incursores, que ahora irían en rasante.

La maniobra fue un éxito, los cazas abajo fueron los primeros en ser interceptados por una fuerza enemiga que mezclaba F-4 alemanes, americanos y británicos, F-104G belgas y F-15 norteamericanos. Nuestros MiG-23ML se mostraban capaces de enfrentar con éxito a todos los aviones, aunque con el F-15 se necesitaba experiencia e inteligencia.

El combate a continuación fue gigantesco caos que desde tierra debe haber parecido una pelea de pájaros. Los habíamos tomado por sorpresa y comenzaron a sufrir graves bajas. Yo traté de encontrar una presa realmente valiosa, y eso fue la visión de un F-15 recuperándose de un ataque, exitoso lamentablemente, contra un MiG-21 checo.

Nunca creí que fuese a ser fácil, y no lo fue. El tremendo F-15 tenía una potencia enorme y si bien había perdido energía durante las maniobras contra el caza checo, aún le quedó resto para hacer un rizo y tratar de ponerse a mi seis.

Yo traté de hacerle difícil la tarea, aceleré y rompí cerrado hacia babor con un leve picado, hice un rizo tratando de ahora ponerme yo a sus seis. Sin embargo había trabado combate con mi numeral, el cual, a su vez, estaba disparando un misil R-23 contra otro F-15 que se encontraba delante.

El joven Yuri Ivechnko había logrado dañar a uno de los americanos con su misil, el F-15 había perdido las superficies móviles de su ala derecha y perdió energía. Yuri se quedó muy cerca de él para evitar que el otro F-15 que estaba a sus seis disparar, él sabía que yo le cubría. Sin embargo, el piloto del F-15 dañado cortó motores, puso el aerofreno e hizo una maniobra agresiva. Yuri de inmediato maniobró para esquivarle, pasó unos metros por encima mientras se volteaba, pero no evitó el choque.

El avión de Yuri recibió daños en el fuselaje, lo que le hizo perder mucha potencia y finalmente no pudo mantenerse en vuelo, obligándolo a eyectar. El F-15 perdió parte de uno de sus empenajes y su piloto se eyectó poco después del impacto. Estábamos 1 a 1.

El otro americano pasó por encima conmigo en su cola. Logró hacer un par de maniobras más, pero no pudo evitar que yo lograse mantenerme en posición de disparo a unos 2.000 metros. De inmediato adquirí el blanco el mi radar y disparé los dos misiles R-23 en rápida sucesión.

El primer misil falló por poco, pero explotó delante del americano que realizó una maniobra instintiva que hizo que el segundo misil estallara debajo del fuselaje, por poco no fue un impacto directo.

La explosión fue tan grande que una bola de fuego se apoderó de su motor derecho, el ala y empenaje izquierdo desaparecieron completamente. Al mismo tiempo, el americano se eyectaba y poco después pude verlo descendiendo en paracaídas.

Yo gritaba de alegría. ¡¡¡Habíamos abatido dos F-15 en una sola misión!!!!

Aún con dos misiles R-60 y el cañón, decidí envalentonarme para cazar algún otro avión enemigo. Mientras trataba de obtener una idea de la situación del combate, el control de tierra me avisa que tenía un enemigo en rumbo de colisión: Un F-4F alemán apareció súbitamente de frente, trepando y disparando su cañón hacia mí.

Rompí hacia la derecha e hice un giro para ponerme en posición de tiro, el alemán sabía lo que hacía y encaró para ponerse frente a mí, creyendo que no podría atacarle con mis misiles infrarrojos. Lo cierto es que lo hice, pero el primero falló estrepitosamente, pues cayó sin siquiera encender su motor cohete.

Nos trenzamos en un combate de alta velocidad a baja cota y logré mantenerme en su cola lo suficiente para disparar el segundo misil a muy corta distancia, pero también falló. De hecho tuve que activar el sistema de eyección de emergencia pues no había salido del soporte. Continúe el ataque el cañón, como en los viejos tiempos.

Hice una ráfaga cuando el alemán maniobraba, y si bien pude observar un impacto, zafó de esta. Pronto el controlador de interceptación me pidió una nueva revisión de combustible, estaba al límite. Como si el GCI hubiera sido un árbitro de boxeo, ambos aviones abandonamos el ataque al mismo tiempo. Retorné a la base, había sido una jornada maravillosa, derribamos tres F-15, dos F-4F, un F-4E, un F-4M y tres F-104G, perdimos siete aviones, tres de ellos MiG-23, pero los aviones de ataque habían alcanzado su blanco.

miércoles, 16 de abril de 2008

Interdicción sobre Kiel

Llegamos a Alemania el 1 de octubre de 1979 y de inmediato comenzamos a operar con nuestros cazas Su-17M contra las fuerzas occidentales. Nuestro regimiento era una de las mejores unidades de ataque disponibles y había sido enviada a primera línea con la misión de realizar incursiones contra todo tipo de blancos importantes en Alemania.

El 3 de octubre nos tocó nuestra primera misión, se habían seleccionado ocho aviones para lanzar un ataque contra las instalaciones portuarias y astilleros en la ciudad de Kiel. Atacaríamos con bombas de 500 Kg., puesto que aún no habíamos recibido los misiles aire – superficie que tendríamos que emplear en este tipo de operaciones. A mi sección, en particular, se nos había asignado atacar los grandes tanques de combustible y otras instalaciones que los rodeaban.

Despegamos desde unas pistas alternativas cercanas a Ribnitz-Damgarten y de inmediato comenzamos a volar en formación muy próximos a la costa y a baja cota. Ya en vuelo se nos reunieron algunos MiG-21 alemanes, mientras que más adelante nos encontramos con más aviones propios. El ataque a Kiel sería masivo, puesto a que también incluiría Su-17 y MiG-27 de otros regimientos soviéticos, así como Su-20 alemanes. Los blancos, además de astilleros e instalaciones portuarias, eran las defensas de la ciudad.

Como cobertura había un verdadero enjambre de MiG-21 y MiG-23 de todos los colores y naciones, los cuales se mostraron vitales cuando comenzamos a sobrevolar la Bahía de Mecklemburgo, donde había cazas enemigos por doquier.

Nuestro vuelo se realizó a alta velocidad, volando a unos 1.000 pies y en completo silencio de radio. Sobrevolamos el Golfo de Fehmarn y entonces ya estábamos prácticamente solos, con un puñado de MiG-23ML de escolta que pronto se encontraron con algunos cazas alemanes y daneses. Pude observar la entrada al Golfo de Kiel, rompí el silencio de radio y ordené que armaran las bombas, descendimos a unos 750 pies y comenzamos a acercarnos rápidamente al blanco.

Pude identificar los gigantescos tanques de combustible de color blanco, mi numeral también los identificó y pronto las restantes escuadrillas hicieron lo propio con sus blancos. Al cabo de unos segundos ordené que se iniciara el ataque, estábamos a unas 6 millas. La formación se rompió en cuatro parejas, lo hizo con tal coordinación que parecía una demostración acrobática.

Nosotros iniciábamos el ataque cuando observamos que varios cazas F-4E americanos ingresaban en la zona. Pude ver varias estelas de misiles, pero ninguna venía hacia nosotros, así que advertí al resto de la unidad, pero pocos respondieron a las alertas.

Tenía el blanco centrado en el visor y pronto estaba a la distancia justa. Volando a unas 800 pies, y en un leve picado, solté las dos bombas de los soportes subalares y comencé a trepar acelerando al máximo posible. En mi retrovisor pude observar las dos tremendas explosiones y la onda expansiva que éstas produjeron, mientras giraba a babor para atacar el blanco desde otra dirección. Detrás de mí venía Genady Rudenko, un joven teniente muy valiente.

Genady tenía un ligero retraso al ingresar hacia su blanco, que eran los tanques de combustible que quedaban en el área. Yo estaba maniobrando cuando pude observar que un F-4E venía detrás de él a poco más de una milla, al parecer su RWR no funcionaba o el americano lo quería derribar con cañones.

Le ordené abortar el ataque y que se desprendiera de las bombas para poder escapar del acoso, pero fue tarde. Cuando aceleraba para recuperarse, el americano disparó un misil que estalló justo debajo del su ala derecha, la cual fue arrancada de cuajo y su avión pronto perdió el control.


Le ordené que se eyectara, pero no había respuestas. Yo volví a maniobrar sobre el puerto de Kiel cubierto de humo, me había desprendido de las bombas y había armado los misiles R-60 que llevaba para autodefensa.
Seguí al americano y pude observar cuando lanzaba un segundo misil contra otro de los nuestros. Yo había hecho estallar la frecuencia alertando sobre la situación y las respuestas eran cada vez más alarmas de ataques y demás, pero no había sido suficiente, perdí otro de mis pilotos.

Estaba a tiro del americano y decidí empeñarlo con los cañones. Lancé dos cortas ráfagas, de un segundo cada una, contra su avión. Los primeros proyectiles impactaron en su ala derecha, arrancándole el extremo, en tanto que la segunda ráfaga impactó en el fuselaje. El avión comenzó a hechar humo y lo rematé con una tercera ráfaga justo cuando comenzaba a perder el control. Varios de esos proyectiles impactaron en el empenaje y hicieron desaparecer. Grité de alegría cuando el avión americano comenzó a girar descontrolado y envuelto en llamas.

Llegamos a la base y completamos con todas nuestras tareas posteriores a la misión, incluyendo el informe. Se nos felicitó por los derribos y brindamos por nuestros caídos. La primera misión nos había costado la vida de uno de los nuestros, así como la captura de los otros tres, sin embargo nuestro Escuadrón había logrado varios éxitos ese día. Al cabo de cinco horas estaba en vuelo nuevamente para otra misión.

lunes, 14 de abril de 2008

La cacería

Cuando la guerra estalló, Dinamarca se transformó de inmediato en uno de los campos de batalla más importantes. Los soviéticos estaban convencidos que nuestros políticos no tendrían demasiada voluntad de lucha, y lanzaron un asalto contra la isla de Bornholm para ver como reaccionaría Copenhagen, y la incertidumbre de nuestros políticos casi pone en crisis a toda Europa. El ataque contra Bornholm era un supuesto que la OTAN manejaba, en el que la URSS asaltaba la isla para tantear la respuesta política danesa, y todo salió como se preveía: mal.

Ya en el conflico, urgidos de obtener una salida desde el Báltico, la flota soviética lanzó su ataque abriéndose paso mientras polacos y alemanes lanzaban una serie de golpes costeros una vez que los combates en Bornholm se habían iniciado.

El apoyo de la OTAN se hizo evidente con el despliegue en Dinamarca de unidades belgas y holandesas, además del apoyo norteamericano con un portaaviones en el Atlántico. El Esk 723 sería uno de los principales medios de combate daneses, y allí revistaba yo. Aún equipado con F-104G “Starfighter”, tendríamos que enfrentarnos a cazas comunistas más capaces.

Mi primera misión se produjo el 24 de septiembre, despegamos cuatro aviones con el objeto de interceptar un vuelo enemigo con rumbo a Bornholm. Nuestro indicativo era “Dagger”, ya en vuelo el CIC de la isla nos guío hacia siete Su-17M rusos volando a unos 6.000 pies.

Cuando maniobramos para ponernos en posición, la cosa se puso preocupante: “Dagger Líder, Viking Prince, seis bandidos a las 8, ocho millas, 10K”. Se me heló la sangre, tantos aviones era peligroso, pero era fundamental anular el ataque ruso. “Dagger Líder, Viking Prince, ocho bandidos a las 4, quince millas, 11K”. Mierda, no dejaban de aparecer. Afortunadamente, pocos minutos después nos notificaron: “Dagger Líder, Viking Prince, refuerzos en camino”. Alemanes, americanos, belgas, británicos y hasta noruegos acudían.

Me volví a concentrar y seleccioné al líder de la formación enemiga, este pudo verme llegar desde sus seis y maniobró. El ruso aceleró a la vez que trataba de romper el contacto con algunas maniobras. Vi cómo sus alas pivotaban hacia atrás mientras iniciaba maniobraba bruscamente hacia estribor.

Pregunté el estado de mi formación mientras trataba de ubicarme en la cola del Su-17 y que el “Winder” me diera el tono. Todos estaban comenzando sus ataques contra los cazas rusos.

Mi blanco maniobraba bien y costaba mantenerse en una posición favorable para dispararle, cuando tuve tono no dudé y disparé el misil. Lo hice cuando él se desprendía de sus bombas y realizaba una maniobra mucho más brusca, el misil falló.

Miré el indicador de combustible y de inmediato continué el ataque. Por esa vital distracción casi pierdo el blanco.

Volví a ubicarme en sus seis, esta vez los misiles no lograban engancharse. Estaba a menos de una milla y decidí usar el cañón cuando el ruso hizo una trepada, perdió energía, acortó distancia y el misil me dio tono. Disparé otro AIM-9N, una aparatosa explosión destruyó su fuselaje y debí romper hacia babor para esquivarle.

Consulté el estado de la escuadrilla, habíamos derribado cuatro aviones y los tres restantes habían abortado. Pero no había sido suficiente. Los comunistas habían lanzado tantos aviones que la segunda y tercer oleada había logrado alcanzar sus blancos.

A los dos días se produjo mi misión más exitosa después de varias misiones de reconocimiento y ataque. Se nos ordenó lanzar una misión PAC ofensiva sobre Bornholm con dos aviones, apoyados por alemanes, americanos, británicos y holandeses. Al mismo tiempo se lanzaría una serie de ataques sobre la isla para tratar de detener a los invasores.

Cuando arribamos, el cielo estaba repleto de aviones, misiles y explosiones. La radio saltaba con gritos, órdenes y peticiones de apoyo. Comenzamos a maniobrar buscando blancos entre todos los que el CIC nos asignaba, cuando mi punto gritó: “Barón Líder, MIG’s, MIG’s, MIG’s, cinco de ellos, abajo, a las tres en punto!!!!”.

De inmediato comenzamos el ataque. Picamos a máxima velocidad y nos ubicamos a las seis de la formación, estaban rumbo a las costas polacas. Seleccioné el avión más retrasado de babor, “Barón Dos” seleccionó al de estribor.

Estaba excitado por la situación, los soviéticos no nos habían descubierto y ganábamos distancia rápidamente. Mi punto tuvo tono antes que yo y disparó. Su misil se dirigió rápidamente hacia su blanco y explotó unos metros detrás. Era un MiG-21MF soviético, el cual perdió parte del motor y los timones de profundidad en una bola de fuego. Comenzó a caer descontrolado y pude ver la eyección de su piloto. Todo en escasos segundos.

Yo me concentré en mi objetivo, él estaba maniobrando cuando me dio tono el misil, pero no disparé. Reduje velocidad para mantenerme en posición y traté de guardar una distancia adecuada. Ahora el misil no me daba tono. Nos trenzamos en un combate cerrado y pronto lo tenía tan cerca que tuve que poner aerofrenos y elevarme un poco, perdiendo un poco de energía con el fin de mantenerme detrás. Cambié de misil y recuperé la posición de disparo, ahora estaba unos mil metros más arriba. Esta vez el misil me se enganchó y de inmediato disparé. Serpenteando alcanzó el blanco, el MiG trepaba mientras los restos de la explosión y el impacto descendían en dirección opuesta.

Los MiG restantes habían ganado altura, seguían en formación, pero por alguna extraña razón no se habían percatado de lo sucedido. Decidí seguirlos, y eso me llevó a cruzar la línea costera e ingresar en espacio aéreo polaco. Estaban adelante, mucho más alto y rápido que yo, que estaba volando bajo y recuperándo la energía que el avión perdió en el combate.

Llamé a mi punto, pero no hubo respuesta. Luego supe que había sido derribado y había muerto en su avión. En mi cabeza estaba continuar con la cacería o retornar a la base. El combustible comenzaba a hacerse poco, pero pronto el misil me dio tono, se había enganchado con la estela de las toberas de los MiG. Miré el combustible, estaba casi al límite.

A unas cuatro millas del blanco el tono se mantenía y al cabo de unos pocos segundos estaba a una distancia ideal para el disparo de los, para mí, poco confiables AIM-9N. Disparé y el blanco fue alcanzado, pude observar la explosión y el MiG sacudiéndose.

Rompí y puse rumbo a casa. Al frente pude ver unas estelas de humo negro ascendiendo. Rogué que fuesen cazas aliados, y no me equivoqué, eran F-4M británicos. Me puse en la frecuencia de emergencia y pronto logré que se me identificara. En el último momento logré que los brits abortaran el ataque contra mí. Anuncié que estaba en “Bingo”, así que trataría de aterrizar en la isla de Bornholm si la inercia me permitía mantenerme en vuelo.

El CIC me guío en todo momento. Me mantenía volando a gran altura para ahorra combustible, pero a unas 40 millas de la isla la situación era preocupante. Se me informó que había varias lanchas patrulleras alemanas en la zona y que un helicóptero alemán me rescataría. Me eyecté cuando estaba a unas 6 millas de la costa, con mucha rabia, pero no tuve opción. Un “Sea King” pasó por mí tiempo después y me llevó hasta la isla. Durante la noche fui evacuado desde el aeródromo de Ranne, por un C-21 norteamericano que me llevó hasta mi base, al día siguiente estaba listo para iniciar una nueva misión con el Esk 723, pero quedaban pocos F-104G.

jueves, 10 de abril de 2008

Close Air Support

La guerra comenzó el 22 de septiembre de 1979. Tras varios incidentes fronterizos entre guardias alemanes occidentales y orientales, la crisis comenzó a escalar increíblemente y fue entonces cuando un general norteamericano decidió que una docena de Tu-22 “Blinder” volando sobre el Báltico era una verdadera amenaza y allí empezó todo. Habría que ver si esto no era una maniobra política que salió mal, pero ahora es mi país el campo de batalla, Alemania.

Mi unidad era el LeKG 44, estaba en proceso de transformarse hacia el más moderno “Alpha Jet” para reemplazar a los nobles G.91R/3 “Gina”, pero la guerra cambió los planes y las bajas sufridas durante los primeros días hicieron que los “Gina” se concentraran en mi unidad, y otras aún no convertidas, y los “Alpha Jet” en otras que ya estaban al completo. La situación había sido grave, si bien los “Gina” no escaseaban, nosotros teníamos veinticuatro en nómina de vuelo y trece de reserva. Pero lo cierto es que las bajas eran impresionantes y esa reserva no era tan grande como esperábamos.

Algunas unidades como el LeKG 41 estaban recibiendo aviones “Alpha Jet” producidos en Alemania y Francia, de dos modelos diferentes, en tanto que el LeKG 42 había sido transformada en unidad FAC por los norteamericanos y utilizaba A-37B y algunos G.91T/3, aunque esta unidad, y la LeKG 44, esperaba ser reequipada completamente con A-10A “Thunderbolt”, suministrados directamente desde USA, a partir de mayo.

El 27 de septiembre se nos dio un breve briefing en la sala de pilotos, era una mañana relativamente fresca y pronto corrimos a nuestros “Gina”, seríamos cuatro aviones, los cuáles estaban desplegados en un aeródromo avanzado. La corta caminata hacia los aviones se hizo con un trote rápido, una corta revisión de las aeronaves y ya estábamos en las pequeñas cabinas. Se podía masticar la tensión reinante, se podían ver los rostros serios de los pilotos que me acompañaban. Despegaríamos en parejas, pero la llegada de un avión de enlace británico nos retrasó un par de minutos y al cabo de un instante estábamos en el aire y formándonos.

El vuelo se hizo a baja cota tomando el rumbo previsto, no fue tan largo como previmos, el frente avanzaba rápidamente y pronto tuvimos contacto con el FAC, un norteamericano a bordo de un OV-10 “Bronco” con el indicativo “Cowboy”, para nada original. Nos señaló que una unidad mecanizada avanzaba en la zona Lübeck y que estaba poniendo en serios aprietos a nuestros panzergrenadier en tierra.

Ya prontos a la zona de operaciones, “Cowboy” dictó los últimos datos sobre el avance, al menos un batallón acorazado hacía de punta de lanza con tanques T-55 y T-62, lo cual significaba que eran tropas de segundo escalón. Decidimos que la mi sección atacaría con bombas desde el Este, mientras que la segunda sección atacaría, paralelamente, con cohetes desde el Oeste, con el fin de mantenerles las cabezas gachas. Después cambiaríamos roles.

“Grifo Lead, Cowboy, marco con humo el eje de avance de Este a Oeste…” volví a dar las instrucciones y confirmé al norteamericano.

Tan pronto como arribamos a la zona comenzaron a dispararnos, podíamos ver las trazadoras subiendo y tratando de alcanzarnos, al cabo de unos minutos pudimos observar humo que trepaba en espiral, eran misiles.

“Grifo Tres, Grifo Líder, SAM!!!! SAM!!!!” Pronto se vio la reacción, la segunda sección no rompió el ataque y comenzaron a lanzar sus cohetes contra la formación. Pude verlos ingresar y cómo los cohetes comenzaban a llover sobre los tanques enemigos, con explosiones ahogadas en gran polvareda.

“Grifo Dos, Grifo Líder, ataca mi blanco” Ordené. Pronto estábamos sobre el eje del avance enemigo y “Cowboy” apareció en la frecuencia “Grifo Líder, estás entrando!!!! Es allí!!!!” Pude observar las trazadoras subiendo, e incluso un misil que pasó a mi lado. Cada uno lanzó sus dos bombas de racimo sobre la formación, en corto intervalo y rompimos hacia la derecha. “Grifo Dos” logró evitar un misil con la maniobra, fue algo más bien fortuito.

Volvimos al rasante y nos pusimos en formación, “Grifo Tres” y “Grifo Cuatro” informaron que aún estaban en una sola pieza, así que reorganizamos el ataque, armamos las barquillas SNEB y ellos prepararon las bombas. Nos pusimos en posición y observamos los blancos, las trazadoras continuaban saliendo, nosotros entrábamos desde el Sur, ellos desde el Oeste, el cielo era un infierno de explosiones, humo y trazadoras.

Comenzamos a disparar los cohetes de forma perpendicular a la formación, usé de blanco un tanque comunista, el cual fue alcanzado por varios de ellos, los otros se dispersaron. La segunda ráfaga falló, una de mis coheteras dejó de disparar, la otra lanzó todos sus cohetes y esto produjo una gran vibración en el avión, así como un movimiento horizontal brusco.

Cuando recuperábamos pude observar que la otra sección comenzaba a lanzar sus bombas, pero la cosa no fue bien, “Grifo Tres” fue alcanzado por varios proyectiles y comenzó a echar un denso humo negro. “Grifo Líder, Grifo Tres, me largo, tengo daños…” La frecuencia se volvió loca “Grifo Líder, Grifo Cuatro, Tres se larga y le cubro!!!”, pero la situación ya era complicada, un misil, al parecer un SAM-9 “Gaskin”, explotó detrás de “Grifo Tres” y Hans Rowieski debió eyectarse. “Grifo 4” bajó lo más que pudo y abandonó la zona en rasante.

Viktor y yo continuábamos orbitando en la zona. Me desprendí de las barquillas de cohetes y armé los cañones, Viktor hizo lo mismo. Decidimos lanzar un nuevo ataque, esta vez desde dos posiciones, cruzándonos y utilizando los cañones, pero cuando rompíamos pude observar unos destellos lejanos. Eran helicópteros alemanes orientales, de inmediato fui por ellos y avisé a mi punto.

No había pasado más de un minuto desde el derribo de “Grifo Tres”, y las fuerzas enemigas aún trataban de reorganizarse. Los helicópteros se movían casi a ras del suelo, lo cual me venía bien para poder usar los cañones, que estaban colimados para blancos terrestres. Pronto los tuve en el visor, eran alemanes, pero había un gran Mi-6 soviético en el medio, ese sería mi blanco.

No tardó en llenar mi visor y disparé una corta ráfaga de un segundo contra el aparato. El pesado helicóptero cayó envuelto en humo y girando descontroladamente para estrellarse en el suelo aparatosamente. Las hélices golpearon el terreno y levantaron una gran nube de tierra, pequeñas explosiones se vieron en el choque, pero el aparato no había explotado. “Bravo Grifo Líder!!!!!” – gritó Viktor desde “Grifo Dos” – le has dado de lleno. El FAC americano también exclamó mi derribo “Grifo Lead, Cowboy, tienes uno!!!! Hay más!!!!” Pero pronto la cosa se iba a poner grave.

Cuando puse proa hacia los helicópteros nuevamente, Viktor saltó en la radio nuevamente “Tienes un bandido a las seis!!!! Rompe, rompe!!!!!” De inmediato abandoné el ataque y miré los retrovisores, no vi nada pero me marché de ahí como pude. “¿Viktor me cubres?” – pregunté exaltado – “Negativo, tengo mis propios problemas!”.

Habíamos sido interceptados por dos MiG-21 soviéticos. Pude ver al ruso maniobrando a mi cola en una de mis maniobras, venía pegado al suelo como yo y bastante rápido. Yo me movía tratando de romper contacto cuando vi las trazadoras por encima de mi cabina, una alcanzó la punta del ala izquierda pero, más allá de una fuerte vibración, no sucedió nada.

De inmediato bajé la velocidad como pude, aerofrenos y comencé a trepar. El ruso se pasó de largo y logré safarme, traté de recuperar y decidí que lo iba a derribar. “¿Es que este ruso se cree que no valgo un misil, no me va a tirar con cañones!!!!” pensé. Lo cierto que el ruso sólo tenía cañones, retornaba de una misión de ataque.

El piloto ruso no era ningún novato, apenas me sobrepasó, comenzó a trepar como solo los putos MiG saben hacer. Decidí que era mejor volver a casa y dejar de hacerme el Richtoffen, puse plena potencia y pegado a los árboles traté de escapar, observando los retrovisores y mirando hacia todos lados. Allí estaba de nuevo, venía como una locomotora, perpendicular a mí, y era obvio que me tenía en la mira.

Volví a romper, esta vez hacia la izquierda, poniéndome en rumbo de colisión y en suave trepada. El ruso rompió hacia mi derecha, sabía que estaba buscando atacarme por detrás, por lo que traté de seguirle. “¿Grifo Tres me copias?” Necesitaba que alguien distrajera al maldito ruso y no podía encontrar a Viktor. “Grifo Líder, Grifo Tres, estoy sin combustible y vuelvo a casa…”

Maldita respuesta me dio Viktor, no solo me sentí solo como nunca antes, sino que se me ocurrió mirar el marcador de combustible, estaba casi en cero. Volví mi mente hacia el ruso, lo tenía detrás, decidí hacer un tonel y tratar de romper hacia el Oeste, rogando que el combustible me alcanzara para algo. Lo único que había notado es que no habían trazadoras a mi alrededor, la zona estaba tranquila.

Tan pronto trepé el motor comenzó a toser, perdí potencia y rápidamente empecé a perder velocidad. Le estaba regalando mi avión al maldito ruso. Traté una maniobra más, pero no alcanzó. Sentí un nuevo impacto en el avión, no valía la pena quedarse allí, al menos yo podría salvarme, así que me eyecté sin más. Mi “Gina” echaba humo, señal de que fue alcanzado repetidas veces tras mi eyección, y terminó estrellándose. El ruso pasó triunfalmente por arriba de la explosión de mi avión.

Yo caí en un bosque, con un tobillo lesionado traté de caminar, pero solo pude llegar a una ruta comarcal, no me di cuenta lo cansado que estaba. Horas más tarde fui rescatado por un helicóptero norteamericano, ya durante el anochecer. Desde un aeródromo avanzado me llevaron a Bélgica, de allí a Londres y luego, Estados Unidos, allí me repondría y comenzaría a adiestrarme en los A-10 recientemente adquiridos. Ye tendría tiempo de revancha.